ÁLVARO GARCÍA LINERA

Resulta que, de ese gran principio supremo ordenador del capitalismo tardío, el libre mercado, ya no queda más que la nostalgia
Foto: Manifestantes preparan un guiso popular el lunes en Buenos Aires, para protestar contra el acuerdo suscrito por el gobierno argentino y el FMI.
Hubo un tiempo en que las recomendaciones del FMI sobre cómo reorganizar la economía eran leídas, defendidas y ejecutadas como mandato divino. Era la década de 1990, cuando cada estudio del curso de la economía mundial o convenio alcanzado con tal o cual país, no sólo emanaba un enjundioso optimismo histórico con lo que se estaba proponiendo, sino que, además, se acompañaba de una apodíctica y eficiente difusión piramidal que iba de ministros de Economía a parlamentarios; de asesores económicos de gobiernos a reconocidos empresarios locales; de prestigiosas universidades a comentaristas de televisión y periódicos; de académicos a tertulianos de café, que…
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