Bolivia. Miseria de la demagogia
¿Cómo resistir en una sociedad racista, muy urbanizada y con una hegemonía de medios de comunicación, reproductores del neoliberalismo?
¿Cómo resistir en una sociedad racista, muy urbanizada y con una hegemonía de medios de comunicación, reproductores del neoliberalismo?
Este mes se cumple el 70 aniversario del arresto de Rosa Parks por negarse a cederle su asiento a un hombre blanco en un autobús de la ciudad de Montgomery, en el estado de Alabama. El valiente acto de Parks desencadenó el histórico boicot de autobuses en Montgomery —una protesta contra la política de segregación racial en el sistema de transporte público de esa ciudad—, impulsó la trayectoria de un joven predicador llamado Martin Luther King Jr. y cambió el curso de la historia.
Pero lo más importante es que ha logrado construir una fascinante historia de dignidad humana y resiliencia incluso en las condiciones más espantosas
Pero aquí está la paradoja: la gente ya no cree las mentiras. Ya no funciona prometer que «todo mejorará» cuando llevan décadas escuchando lo mismo mientras todo empeora.
Crimen y Estado ya son uno solo: empresarios lavan, políticos protegen, y la “guerra contra las drogas” sirve para justificar intervenciones. Gobiernos como Bukele o Noboa aplican mano dura mientras las mafias capturan instituciones. *David Barrios Investigador de la UNAM – México, nos cuenta.
Los jóvenes no quieren morir si no que no quieren seguir perviviendo/sufriendo como lo están haciendo.
La fracasada política antidrogas de los Estados Unidos, no ha sido más que un pretexto para violentar la soberanía colombiana e intervenir en el país.
Los 18 meses del gobierno laborista han sido desastrosos. En primer lugar, aplicó una serie de recortes profundos del gasto en bienestar social
En el puerto de San Antonio no sólo existe la llamada megatoma Centinela. Mirándola como hermana y espejo está el campamento Placilla donde se encuentran emplazadas mil familias, trabajadores y trabajadoras que hace más de 6 años convirtieron un sitio baldío de 70 hectáreas y por décadas desocupado, en una ciudadela de viviendas sólidas con servicios básicos, calles cuidadas, jardines, centros de reunión. Una comunidad.
Las conocidas como “trabajadoras de casa particular”, “trabajadoras domésticas remuneradas”, “la empleada”, “la nana”, “la criada”, “la asesora del hogar” e incluso “la sirvienta” (algunas denominaciones asociadas claramente a “no-trabajadoras”) tienen hoy como uno de sus lemas «Nuestro trabajo no es indigno, las condiciones son las indignas».