México va a las urnas: una mujer a la Presidencia

Por Marco Consolo

El próximo 2 de junio, los Estados Unidos Mexicanos enfrentarán las elecciones más grandes de su historia política, con casi 100 millones de personas acudiendo a las urnas. De hecho, además de las 98,472,789 personas residentes en el país norteamericano, también están inscritas otras 223,743 personas que viven en el extranjero, principalmente en los Estados Unidos de América. Estos últimos son los únicos migrantes que tienen derecho a voto, ya que están registrados en el padrón electoral. Los otros, aproximadamente 40 millones de mexicanos en el extranjero, no participarán en las elecciones, a pesar de que sus remesas representan la principal fuente de ingresos económicos del país, con más de 63 mil millones de dólares en el ultimo año.

El voto en las urnas elegirá tres niveles de cargos públicos en una República presidencial y federal como lo son los Estados Unidos Mexicanos. A nivel federal, se votará por la Presidencia de la República500 diputados y 128 senadores. A nivel estatal y local, habrá elecciones para renovar un total de 20,079 cargos (nueve gobernadores, 1,098 diputados estatales, 1,802 alcaldes, 14,764 concejales municipales, etc.). Pero no hay duda de que la batalla principal se centra en la presidencia del país, con tres candidatos en contienda: dos mujeres y un hombre, en un país donde las mujeres representan la mayoría de los electores (aproximadamente el 51%).

Urnas ensangrentadas

Como se sabe, lamentablemente en México el numero de homicidios es muy alto, en gran parte debido a la abrumadora presencia del crimen organizado relacionado con el narcotráfico. La plaga de la violencia es dramática, a pesar de que el gobierno actual afirma haber logrado una disminución, con una tasa de 20.6 homicidios por cada 100,000 habitantes (la tasa en Italia, que no es comparable, es de 0.6 por cada 100,000 habitantes[1]. Además de los datos impactantes sobre la violencia “común”, la violencia política, fuertemente entrelazada con la primera, no muestra signos de disminución. Según el conteo del Seminario sobre Violencia y Paz, del Colegio de México, desde que oficialmente comenzó la campaña electoral en septiembre de 2023 al 15 de mayo de 2024, fueron asesinados en el país 30 candidatos. Once de ellos eran de Morena, le seguían cinco del PAN, y tres de Movimiento Ciudadano y del PRI. Y son mas de 500 los candidatos que han preferido retirarse de la contienda por amenazas directas o por miedo.

Tres bloques políticos.

Son tres los bloques políticos que competirán en las elecciones.

En primer lugar, la coalición de centro-izquierda “Sigamos Haciendo Historia”, actualmente en el gobierno y con mayoría en el parlamento. La coalición está formada por el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA)el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM). Su candidata a la presidencia es Claudia Sheinbaum Pardo, licenciada en física e ingeniería energética, investigadora en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y ex alcaldesa de la Ciudad de México (desde diciembre de 2018 hasta junio de 2023). Sheinbaum, originaria de la capital, tiene 61 años y proviene de una familia de migrantes judíos de origen lituano (su padre) y búlgaro (su madre),  y tiene una larga tradición de militancia política en la izquierda. Sheinbaum ha recibido numerosos reconocimientos académicos nacionales e internacionales en el campo de la ingeniería energética.

La coalición de las derechas

El segundo bloque está representado por la candidata de la alianza de las derechas, la ingeniera y empresaria Xóchitl Gálvez, también de 61 años. Su coalición está formada por el  Partido Revolucionario Institucional (PRI)el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Este último, después de haber surgido en el pasado como una alternativa de centro-izquierda a los “dinosaurios” del Partido-Estado del PRI, ha estado aliado con la derecha hace mucho tiempo. Estos partidos han sido protagonistas de una serie de escándalos en los últimos 30 años, desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988), hasta el de Enrique Peña Nieto (2018). A excepción del ex presidente Vicente Fox, casi todos los demás ex presidentes se han auto-exiliado en los Estados Unidos y España. Durante tres décadas, han aplicado el modelo neoliberal (con un fuerte aumento de la pobreza y la desigualdad social), desmantelando el Estado y favoreciendo la concentración del poder económico en manos de una oligarquía sin escrúpulos. Esto ha propiciado el crecimiento de la corrupción como mecanismo de control social.

Después de las acusaciones a López Obrador de ser un dictador autoritario, de chavista, de comunista, de antidemocratico y despilfarrador de recursos (acusaciones que no han tenido el efecto esperado), la campaña electoral de Xóchitl Gálvez se centró en la inseguridad y el miedo, a pesar de las evidentes contradicciones de su discurso contra la delincuencia. De hecho, los gobiernos “panistas”, como los de Vicente Fox y Felipe Calderón, han tendido una mano generosa a la inseguridad, poniendo zorros a cuidar el gallinero. Por ejemplo, al promover como jefe de los servicios de seguridad a un socio de los narcotraficantes del Cártel de Sinaloa: Genaro García Luna, ex titular de la Agencia Federal de Investigación (AFI) y luego ascendido a Secretario de Seguridad, detenido en Estados Unidos y condenado por narcotráfico y delincuencia organizada en febrero de 2023 [2]. En las cárceles estadounidenses, García Luna está en buena compañía de su socio ‘El Chapo Guzmán’ y de Juan Orlando Hernández, el ex narco-presidente de Honduras (2014-2022).

Como ya es moda en la derecha mundial (Trump y Milei docent), el tono de la campaña de Gálvez se ha caracterizado por un lenguaje agresivo y ofensivo, en ocasiones violento y carente de argumentos para un verdadero proyecto de gobierno. Un lenguaje difundido por los grandes medios de comunicación y las ‘redes sociales’, dictado por los algoritmos del odio, y que sólo se moderó parcialmente en la última fase de la campaña.

Jorge Álvarez Máynez: el joven candidato del Centro

El tercer candidato a las elecciones presidenciales es Jorge Álvarez Máynez, de 38 años. Es diputado y líder del Movimiento Ciudadano (MC), partido que se sitúa en el centro, y es el más joven de los candidatos. Su campaña electoral se ha focalizado principalmente en sectores de capa media urbana con estudios universitarios y estudiantes de escuelas públicas y privadas de todo el país.

En su campaña atacó fundamentalmente a los otros partidos de oposición (PAN, PRI y PRD), apelando a que “dieran un paso atrás, para dar paso a una nueva generación”. Un llamamiento que cayó en saco roto. Gracias a los jóvenes, su candidatura ha ganado terreno en algunos estados (Jalisco y Nuevo León) donde gobierna el Movimiento Ciudadano, pero sigue muy rezagada a nivel federal. La impresión es que su candidatura sirva para consolidar y aumentar el apoyo a una fuerza relativamente ‘nueva’ en el panorama político mexicano.

El gobierno de AMLO

Como se recordará, en 2018 López Obrador (conocido como AMLO) había logrado dar una perspectiva de progreso social (la 4ª transformación, o 4T) y capitalizar el rechazo a un sistema corrupto y casi centenario. Un sistema simbolizado por la hegemonía del Partido de la Revolución Institucional (los dinosaurios del Partido-Estado).

Con su estilo directo y sencillo, AMLO rompió con los esquemas enyesados del pasado, de presidentes educados, como todo hijo de “buena familia”, en universidades estadounidenses. Desde el principio declaró que quería estar “del lado de los más pobres”. En su mandato, luchó contra lo que llamó “la mafia del poder”, es decir, los políticos corruptos del régimen anterior, vinculados al gran capital extranjero y nacional. Entre otras medidas, el actual gobierno atacó la escandalosa evasión fiscal, organizada con la complicidad de algunas autoridades institucionales.

Entre los buques insignia de su gobierno figuran medidas tan importantes como el haber detenido la privatización del gigante petrolero estatal Pemex y de la Compañía Federal de Electricidad, a pesar de las enormes presiones de las multinacionales extranjeras y de la propia Casablanca. En materia de energía, cabe citar también la construcción y modernización de varias refinerías de petróleo, que permitieron reducir las importaciones de Estados Unidos de 900.000 a 250.000 barriles diarios, así como controlar el precio de los carburantes, el gas y la electricidad.

Por tanto, la “campaña sucia” emprendida contra él desde el primer minuto no es casual. Uno de los últimos episodios contra el gobierno de la 4T ha sido el intento de asociar a López Obrador con el narcotráfico, probablemente con la ayuda de la DEA (la Agencia Antidrogas de EEUU). Un guion ya utilizado en otros escenarios.  El intento fracasó, a pesar del megáfono ofrecido por la derecha local, pero dice mucho sobre los métodos de los opositores al proceso de cambio.

La lucha contra la pobreza ha sido la prioridad de la 4T y, hasta cierto punto, ha tenido éxito. Según las últimas cifras, durante el mandato de AMLO, unos cinco millones de personas han salido de la pobreza, en parte gracias al aumento del salario mínimo (+88%), que había caído un 70% en los últimos 36 años. Al mismo tiempo, se implementaron varios programas sociales para familias, jóvenes, ancianos, agricultores y estudiantes. Además, la 4T introdujo nuevos derechos para los trabajadores, como la limitación de la “subcontratación” (outsorcing) y una cierta democratización de la vida sindical.

En términos de estabilidad macro-económica, los resultados son positivos, gracias a una política que ha combinado la lucha contra la corrupción con la recuperación de los recursos naturales. Además, las medidas de austeridad y moralidad aplicadas a un Estado de fuerte tradición clientelista, así como el recorte de los sueldos millonarios de muchos altos cargos institucionales, a parte de gozar de una gran popularidad, han sido prioritarias para favorecer a las clases trabajadoras.

Algunas sombras del gobierno

Por supuesto, no todo es color de rosa, por varias razones.

En primer lugar, aunque Morena se convirtió en partido político en 2014, en realidad sigue funcionando como un movimiento con gran diversidad y pluralidad, con sus ventajas y desventajas. Hablando de desventajas, al ser un partido “cajón de sastre”, muchos de los recién llegados de los partidos tradicionales se han subido al carro de los ganadores y se han sumado a él por oportunismo interesado, con diversos reveses para la credibilidad de figuras “locales”.

A pesar de la voluntad declarada de estimular la economía de las zonas más pobres, la política de grandes obras y determinadas infraestructuras ha provocado varios descontentos. En particular, la construcción del nuevo aeropuerto internacional de Ciudad de México, el Tren Interoceánico y el “Tren Maya”. Este último encontró la oposición abierta del movimiento zapatista de Chiapas.  Y hablando de los pueblos originarios (mal llamados indígenas), a pesar de los esfuerzos por mejorar sus condiciones de vida, el camino sigue siendo decididamente cuesta arriba.

En términos de la dramática violencia y el control de territorios enteros por parte del narcotráfico, la “guerra contra las drogas” de los pasados gobiernos del PRI y el PAN claramente no ha funcionado. El crimen organizado ha crecido, sobre todo en las zonas más pobres, en ausencia del Estado y a pesar de políticas públicas contra la pobreza generalizada que empiezan a dar algunos resultados. La política del actual gobierno no ha logrado hacer mella profunda en el fenómeno criminal, aunque las cifras de homicidios por fin están disminuyendo ligeramente.

La “cuestión migratoria”, lejos de resolverse, también sigue siendo un tema central para el país. Como es bien sabido, México es un importante “exportador” de mano de obra a Estados Unidos, así como el principal corredor de tránsito para miles de personas de otros países que intentan cruzar cada día los 3.180 kilómetros de frontera. Con Washington, el gobierno de AMLO ha intentado llegar a acuerdos en la materia, pero es un tema que el país norteamericano está obligado a abordar con el resto del continente de donde provienen los migrantes. En este marco, en junio 2023 el gobierno mexicano fue el anfitrión del primer Encuentro Internacional sobre Movilidad Humana, en colaboración con la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) y ACNUR Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados) [3].

Los retos del próximo gobierno

No hay duda de que Sheinbaum se beneficia de la fuerte popularidad del actual presidente, que supera el 70 por ciento de aprobación. Sinembargo, además del “efecto arrastre” de la popularidad de AMLO, sus acciones concretas como alcaldesa de la capital en los últimos años la han convertido en una figura muy popular.

De ser electa, Sheinbaum enfrentará grandes retos, además de tener que consolidar los cambios en marcha.

Para mantener y ampliar el apoyo, Sheinbaum presentó los “17 puntos de visión estratégica” con las prioridades de su programa. Entre ellas, reforzar los programas sociales y consolidar el poder adquisitivo, fortalecer los derechos laborales y promover la igualdad real de las mujeres. Entre las prioridades, también está el fortalecimiento de la salud, la educación pública y la transición energética.

Además de la acción gubernamental, Sheinbaum tendrá que hacer valer su liderazgo dentro de MORENA, mantener la coherencia del proyecto y la unidad de un movimiento muy heterogéneo.

Pero el principal reto de MORENA es obtener una mayoría calificada en el parlamento para poder modificar la Constitución (que data de 1917, aunque ampliamente reformada) y avanzar en los cambios. Se trata de obtener dos tercios del parlamento y así poder consolidar, entre otras cosas, la recuperación del petróleo, el gas y el litio (entre los 10 primeros países del mundo en reservas), reformar profundamente la representación política, los sistemas de justicia, salud y educación, así como garantizar el acceso (aún muy prohibitivo) a una vivienda digna.

En conclusión

Hasta el día de hoy, todas las encuestas muestran a los otros dos candidatos muy por detrás de Claudia Sheinbaum. Si esta tendencia se mantiene en los pocos días que quedan hasta la votación, es muy probable que la candidata de centro-izquierda sea la próxima Presidenta, salvo fraude masivo y estrepitoso. Sería un resultado sin precedentes para México, que tendría por primera vez en su historia una mujer presidenta. Y la actual coalición gobernante tendría un segundo mandato para avanzar en la llamada “Cuarta Transformación”, iniciada por AMLO.

En el plano internacional, la posible victoria fortalecería a las fuerzas progresistas en América Latina y más allá. Un resultado importante dado el viento de derecha que sopla también en América Latina.

[1] https://www.ilpost.it/2023/01/02/tasso-omicidi-italia-polizia-criminale-dati/

[2] https://www.infobae.com/mexico/2024/02/20/cual-fue-el-favor-que-garcia-luna-le-hizo-a-el-mayo-zambada-a-cambio-de-una-suma-millonaria/

[3] bit.ly/EIMH_2023

Fuente: https://marcoconsolo.altervista.org/mexico-va-a-las-urnas-una-mujer-a-la-presidencia/

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