Brasil debe decidir el 2 de octubre qué futuro quiere para el país:
¿Quiere unfuturo de barbarie y no de civilización, de atraso en vez de modernidad, de un protofascismo que, frente a la democracia, viene representado por el actual presidente Jair Bolsonaro?
¿O apoya el proyecto contrario de dar continuidad a la refundación de Brasil de abajo hacia arriba, desde dentro hacia fuera, con una democracia que se abre a lo social, a la sociedad organizada, especialmente en los cientos de movimientos sociales cuyas luchas, generalmente, se centran en derechos históricamente a ellos negados, encarnado en el expresidente Lula?
En este segundo proyecto ocupa el primer lugar la erradicación del hambre de 33 millones de brasileros y de otros 110 millones con insuficiencia alimentaria, la generación de empleos y de políticas sociales de salud, de educación, de seguridad, de ciencia y tecnología, entre otros objetivos.
Es la primera vez…
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