Perú. Democracia en estado de barbarie, exclusión electoral y desaparición de cadáveres
Públicamente, el Estado peruano ha legalizado esta práctica.
Públicamente, el Estado peruano ha legalizado esta práctica.
Es el hijo que, tras décadas de trauma dictatorial, ha internalizado tanto el miedo al cambio que prefiere el infierno conocido al paraíso incierto. Es el imbunche que, en lugar de luchar por liberarse, se convierte en guardián de su propia jaula.
Cada uno de los 191 artículos del proyecto del gobierno está dedicado a quitarnos derechos, a que no podamos organizarnos y a impedirnos luchar.
Pero aquí está la paradoja: la gente ya no cree las mentiras. Ya no funciona prometer que «todo mejorará» cuando llevan décadas escuchando lo mismo mientras todo empeora.
Tenemos derecho al esclarecimiento y conocimiento de la verdad, respecto de crímenes de lesa humanidad, genocidios o despojo territorial, que son teóricamente imprescriptibles e inamnistiables y las víctimas deberían tener derecho a la reparación integral.
La fracasada política antidrogas de los Estados Unidos, no ha sido más que un pretexto para violentar la soberanía colombiana e intervenir en el país.
En el puerto de San Antonio no sólo existe la llamada megatoma Centinela. Mirándola como hermana y espejo está el campamento Placilla donde se encuentran emplazadas mil familias, trabajadores y trabajadoras que hace más de 6 años convirtieron un sitio baldío de 70 hectáreas y por décadas desocupado, en una ciudadela de viviendas sólidas con servicios básicos, calles cuidadas, jardines, centros de reunión. Una comunidad.
Desde la Federación Trasol, los participantes chilenos cerraron esta intensa experiencia con una consigna que resume el espíritu del encuentro: “Levantando cooperativas sin patrón, cooperativas y autogestión”, reafirmando su compromiso por tejer redes económicas solidarias que trasciendan las fronteras.
Para Zibechi, estas tensiones expresan que son las luchas de clases las que finalmente determinan el rumbo y el declive de las hegemonías.
Como punto central en la disputa, la voluntad de la clase dirigente de pasar de negociaciones por sector a representaciones por empresa, e inclusive individual, augura un debilitamiento mucho mayor de la clase trabajadora y es uno de los aspectos que pueden llevar a una pérdida del sentido de la organización sindical.