Hemos superado en gran parte las amenazas del Covid-19, que durante tres años puso en peligro la vida de millones de personas. Es cierto que han quedado secuelas: el virus afectó los riñones, los pulmones, los intestinos e incluso el cerebro. En cierto modo, se ha instalado en nuestro organismo y probablemente tal como sucede con la gripe, debamos seguir recibiendo vacunas protectoras.
Indiscutiblemente la acción deletérea del virus ha aumentado nuestra conciencia ecológica. No hay más que ver lo mucho que se ha escrito sobre el tema y los cientos de “emisiones en vivo y en directo” sobre el cuidado de la Casa Común, realizadas en todos los países y cómo se han ido formado grupos ecologistas.
Sin embargo, en términos sociales y globales, imaginábamos que habríamos comprendido el significado profundo de la lección que la pandemia nos legó. No ha sido así. Todo parece haber vuelto a la…
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