El conocimiento, la hipocresía y el Diluvio de Al Aqsa

por Cristián Fuentevilla

A un mes y medio del inicio de la escalada de hostilidades entre la resistencia palestina e Israel, varios hechos comienzan a conmover el mundo. El primero dice relación que con una sistemática provocación del Estado Israelí se puede quebrantar la exigua paz existente y conseguir objetivos que pueden ser importantes para Israel, pero se alinean a una estrategia irresoluta, sin salida. Aunque es imposible, pero si se pudiera recomponer el mundo unipolar posguerra fría, tampoco esto mejoraría los resultados en el control geopolítico de la región. Sin embargo siguen teniendo las capacidades extorsionadoras para dejar, como en experiencias previas, a los poblados y ciudades atacadas en la edad de piedra. No como el modelo de disuasión militar que pregonan los medios de comunicación de occidente, sino como freno al desarrollo, la prosperidad y la riqueza. Tanto Líbano, Palestina, Yemen o Siria se han tenido que sobreponer a esta propuesta incivilizadora de occidente.

En este contexto situacional del sistema mundo, se evidencia que el choque de civilizaciones de Z. Huntington tuvo una base material para pensar la universalidad de occidente como resultado de la globalización liberal. En la actual multipolaridad relativa del sistema mundo los paradigmas han cambiado, pues en los hechos las narrativas liberales, y por ende europeas, de una Carta Magna universal de los derechos humanos, tiene un corolario de incumplimiento que en el imaginario colectivo carece de crédito. Por ejemplo la bipolaridad en hispanoamérica como consecuencia de la Doctrina Monroe hizo de las políticas protestantes en la región una serie de genocidios políticos, si bien eran conflictos propios de la disputa de los tipos de sociedades se saldaron con regímenes de excepción impuestos mediante el terrorismo de Estado. Lo paradojal es que haya permanecido una izquierda defensora de los derechos liberales ajenos a la civilización como una respuesta ética y moral al genocidio político.

En el mundo unipolar las guerras preventivas y las sanciones unilaterales se constituyeron en una incapacidad crónica para encontrar una ruptura para este comportamiento de occidente. Basta recordar el bombardeo a Yugoslavia para entender la soledad de un corredor de fondo con las banderas de los derechos humanos. También todas las incursiones golpistas en África de los europeos y sus guerras de propaganda como la de Rwanda con ideologías salidas del nacionalismo étnico. Cada uno de estos hechos estuvo siempre acompañado de una catástrofe demográfica. Nuevamente las instituciones que debieron frenar estas conductas, se reinventan para permanecer sin ofrecer el derecho a la vida. Es en este punto donde se visibiliza el politeísmo de la identidad religiosa de Europa, como lo señala M. Weber en razón a la posibilidad de simular la virtud en el código protestante. Pues no hay que irse con abstracciones para entender los primeros tres siglos de persecuciones a la religión cristiana, antes de su adopción ideológica considerando su origen árabe, al igual que la religión judía y la islámica en lo que hoy conocemos como Europa.

Por lo tanto, es el europeo politeísta el que persigue a su hermano convertido al cristianismo y como consecuencia, será el cristiano europeo el que perseguirá a su hermano convertido al judaísmo. Mientras en Europa es la fe judío-cristiana en su variante protestante y fuera de ella, su precedente y referente monoteísta, independiente de su secularismo. Todo esto resulta importante señalarlo porque Europa no tiene su propio monoteísmo, de hecho su monoteísmo es árabe.

Toda esta explicación para entender cómo Occidente pasó de ser una Europa anticristiana y antijudía, para presentar al mundo árabe como enemigos del judeo-cristianismo. Cuando en realidad el carácter colonial radica precisamente en la disociación y expolio de la herencia religiosa del mundo árabe. Lo que puede contribuir a inferir que el código liberal desde el siglo XVIII en la recién conformada Europa, es un paulatino proceso de secularización incapaz de hacer frente más allá de la ideologización y la ética de lo contingente a su propio colonialismo.

Lo anterior se puede evidenciar en que independientemente de las diferencias civilizatorias, en términos generales la institucionalidad de las relaciones internacionales post Segunda Guerra Mundial, en sus fundamentos descolonizadores no se superaron en los 3 sistemas mundo, la contradicción de fondo en términos civilizatorios de un occidente politeísta, secular y liberal, frente a las civilizaciones monoteístas. La hegemonía económica de occidente sostenida con una prospección geopolítica de tenencia de los recursos naturales para un desarrollo infinito carecía de viabilidad. Por lo que en las dos experiencias más radicales del siglo XX el nazismo y el sionismo tengan en común propósitos metafísicos, basados en la condición de elegidos o derechamente de dioses y semidioses para sentirse con derecho a todo. En este contexto, la ideología lo hizo todo, pero nos lleva a reflexionar si la multipolaridad actual puede asumir como una solución las aplicaciones de las resoluciones de las Naciones Unidas. Pues está claro que el Estado Israelí puede asumir que antes de desaparecer prefiere la existencia de un Estado Palestino. Pero, ¿es realmente esto una solución civilizada?

El análisis en lo contingente podría decir que sí. Que la propuesta de 2 Estados parece razonable, pero ¿por qué? Estaríamos abriendo la puerta a una caja de pandora de cruzadas por el mundo, podríamos los cristianos hispanoamericanos solicitar derechos históricos en Palestina o derecho de retorno a Palestina. De igual modo los chinos musulmanes podrían solicitar derechos históricos en la Península arábiga (cuna del Islam). Pero ya sabemos que los que se expandieron en el mundo no fueron los cristianos, musulmanes y judíos, lo que se expandió en el mundo fueron las respectivas doctrinas religiosas que vienen del mundo árabe. Esto último no se compadece del hecho entonces de que Israel es una base militar de EE.UU y la OTAN. ¿Qué alineación entonces desde occidente permite detener el conflicto, sin hipocresías ninguna?

La secularidad de un mundo libre y salvaje fue el Leviatan de T. Hobbes, un trauma. Las civilizaciones monoteístas no construyeron la guerra asimétrica, siempre fue una apreciación militar del colonialismo. El desarrollo de sus bases materiales siempre fue un desafío y logro de las civilizaciones monoteístas.

Finalmente, si la civilización hispanoamericana es católica, ¿por qué tendría que sacrificar su monoteísmo? Para permanecer en las narrativas liberales de la fragmentación territorial. ¿Acaso el denominado latinoamericanismo no es esto, una narrativa liberal? Pues ¿dónde está esa peregrina integración regional de diferentes Estados liberales? La transición del momento latinoamericano es su narrativa fundacional en la advenediza burguesía como clase nacional. Pues la decadencia de un “occidente colectivo” sin soberanía e incapaz de salvarse así mismo con su monoteísmo ideológico y secular, solo sobreideologiza sus expectativas, ya que no es una crisis de identidad entre occidente y Latinoamérica. Es lo mucho que tiene que aprender de su herencia religiosa árabe en su conformación civilizatoria. Pero además, lo mucho que se aleja de su civilización sin tomar en cuenta la lección Palestina. Esparta y sus valientes guerreros es un mito de la Grecia politeísta, pero ¿qué tanto saben los
Estados liberales de la región, por ejemplo el chileno, acerca de la resistencia palestina, para construir la teoría de los 2 demonios. Todavía no han tomado lección de lo que sucede, la multipolaridad es dinámica, no requiere de una doctrina del pragmatismo para cegarse a los hechos. Pues de seguir esta tendencia, primero cambia el mundo y después la realidad local. Y así, primero defienden el Estado y después la civilización, sin aprender la lección de Palestina.

El Estado liberal no es la civilización y su narrativa de izquierda o derecha no cambia las cosas, sino pasa como ahora donde la propaganda eurosionista hace creer que lo árabe viene del Islam, abriendo la puerta para se cometan (además) las peores aberraciones contra la civilización hispanomericana, precisamente cuando Sudamérica comienza a ser guetto económico en medio de los cambios geopolíticos.

Mientras, la democracia en occidente y su periferia te quiere marchando por las calles tanto para reprimir, como para reafirmar el valor de la democracia occidental escuchando el clamor ciudadano, con el único propósito de reafirmar la democracia representativa como un sistema que no termina con su crisis endémica, tanto para decir que la democracia sirve para algo, como para que cuando esta se acaba, terminen todos aceptando la democracia como una necesidad humana independiente de sus resultados.

Pero a contrapelo de esta tendencia de los sistemas políticos de occidente y su periferia, el 25 de enero del año 2006 en las elecciones legislativas palestinas se produce un espectacular vuelco protagonizado por Hamas, al conseguir la mayoría absoluta al alzarse con 76 escaños y superar con holgura los 132 asientos con los que cuenta la asamblea. Esto explica que hacia el gobierno de Hamas se instaló una gran animosidad por la frustración que generó el vigoroso sistema político de Palestina. Basta señalar que en las democracias sudamericanas sigue siendo el ganador el abstencionismo, cuando el voto no se transforma en obligación. Basta con citar los grandes resultados de las elecciones en Chile y ahora mismo en Argentina con J. Milei, un presidente sionista.

Las diferencias civilizatorias tienen diversas aristas, que no logran terminar el empeño que supuso la globalización liberal en su idea de una civilización universal. La victoria de Palestina no será reconocida por Israel en estos más de 40 días de guerra. Pero la guerra comienza a consolidar un escenario regional, que solo acelerará la caída de Israel y el regreso de su población a sus países de origen. Junto a un EE.UU que se muestra cruel y despiadado en la medida que se incrementa su debilidad. Las apreciaciones de Z. Huntington en torno a la experiencia religiosa, se plantea desde un resurgir de una conciencia religiosa que dio paso a los fundamentalismos. Pero esto está lejos de ser certero, si es que no consideras que Z. Huntington tiene una conciencia muy protestante para señalar lo anterior. Cuando es el monoteísmo en su experiencia universalisante el que le otorga este valor a la humanidad, muy al contrario de una ideología para una religión universal.

Los derechos de los indígenas para conversión al cristianismo en hispanoamérica, junto a la aprobación de los matrimonios mixtos es una demostración de esto. Que por cierto poco y nada tiene que ver con el ku kux klan del norte, que lentamente irá dejando solo a su hijo putativo Israel.

Imagen de Pikist

Deja un comentario