por Marco Consolo –

¿Qué mejor fecha para el último acto del golpe electoral que la víspera de Navidad? En Honduras, los poderes fácticos no se quedan de brazos cruzados y, lejos de asistir a la misa de medianoche como buenos católicos, conspiran contra la democracia. Una vez más, los hechos desmienten el viejo adagio de que «en Navidad todos somos más buenos».
Veinticuatro días después de las elecciones en el país centroamericano, el Consejo Nacional Electoral (CNE) acaba de proclamar ganador de las elecciones presidenciales a Nasry Asfura, candidato del Partido Nacional y patrocinado por Donald Trump.
La proclamación fue realizada por un CNE totalmente deslegitimado y por mayoría (no por unanimidad), ya que uno de sus tres miembros, Marlon Ochoa, representante del partido gobernante LIBRE, se negó a firmar el acta de proclamación. Antes de la votación final, Ochoa abandonó la sesión del CNE en la que había expuesto punto por punto las incongruencias y falsificaciones del recuento electoral: caída de la señal de Internet, interrupciones durante días y días del recuento, manipulación del «código fuente» del programa de transmisión de datos, injerencia de la delincuencia organizada y un largo etcétera de «anomalías» y correspondientes denuncias. Ochoa también recordó que solo en el 30 % de las mesas electorales (5690) los datos biométricos coincidían con los actas redactadas, mientras que en las 13 135 restantes las discrepancias eran evidentes.
Entre otras «anomalías» del proceso electoral, llama la atención que la proclamación se haya producido sin que se haya concluido el recuento de miles de votos impugnados, tanto por no tener confirmación biométrica, como por la incongruencia en los datos numéricos y otros aspectos. En opinión de Ochoa, la proclamación de Asfura carece de validez legal, tanto en la forma como en el fondo, ya que el organismo debe examinar primero las actas impugnadas y terminar el escrutinio. Un escrutinio que comenzó con un retraso de cinco días, entre las denuncias de los otros dos candidatos a la presidencia, Salvador Nasralla (Partido Liberal) y Rixi Moncada (Libre), y las movilizaciones callejeras de ambos partidos.
Ochoa también ha presentado una denuncia penal ante la justicia hondureña para que se investiguen posibles «delitos electorales».
Las reacciones en el país
El candidato del Partido Liberal, Salvador Nasralla, que según el recuento «oficial» estaba a pocos miles de votos de distancia cuando se interrumpió, no se anduvo con rodeos: «En Honduras no gobernará Nasry Asfura, sino el crimen organizado dirigido por Juan Orlando Hernández». Este último es el expresidente (del mismo Partido Nacional de Asfura) que cumplía una condena de 45 años de prisión en Estados Unidos por narcotráfico, antes de ser indultado por Trump en vísperas de las elecciones. «Están impidiendo el recuento de votos», afirmó Nasralla, añadiendo que no aceptaría ningún resultado proclamado sin revisar toda la documentación y el recuento de todas las papeletas electorales. Nasralla ha puesto en duda tanto los resultados de las elecciones presidenciales, como los de diputados y alcaldes. Entre otras irregularidades, citó la interrupción intermitente de la transmisión de datos, el uso de papeletas electorales de diferentes tamaños y otras arbitrariedades cometidas por miembros del Partido Nacional. Acciones que, en su opinión, han comprometido la credibilidad del órgano electoral con «resultados totalmente falsos».
Por su parte, Rixi Moncada, candidata del partido gobernante Libre, dijo en un mensaje difundido en X que «en Honduras, el CNE, siguiendo las instrucciones del imperio, ha matado nuestra democracia naciente, pero nuestro pueblo no es ingenuo: la proclamación del “presidente electo” es un fraude y una imposición extranjera». «Los pueblos civilizados del mundo deben saber que el presidente electo es uno de los empresarios que solicitaron la intervención de Donald Trump», continuó. «Durante el período de silencio electoral obligatorio, pagaron el envío masivo de mensajes amenazantes contra los votantes que reciben remesas, con el único propósito de distorsionar la voluntad popular», escribió la candidata de Libre.
En el coro pro-Nasfura no podía faltar la voz de los empresarios. «Honduras está atravesando una profunda crisis postelectoral que ha puesto a prueba la solidez de su democracia y sus instituciones», advirtió Anabel Gallardo, presidenta del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), refiriéndose al clima electoral a 24 días de la celebración de las elecciones generales. Gallardo defendió a capa y espada a las dos consejeras golpistas del CNE, Cossette López (Partido Nacional) y Ana Paola Hall (Partido Liberal). «Su labor se ha caracterizado por el coraje, la integridad moral, el compromiso patriótico y un fuerte sentido democrático», afirmó Gallardo.
En un clima de creciente tensión y conflicto institucional, el presidente del Parlamento, Luis Redondo, acaba de calificar la proclamación de Asfura como una «traición a la patria», negándose a reconocerlo como presidente electo. Una declaración que deja abierta la puerta a una crisis institucional de la cual, por el momento, no se ve la salida.
La injerencia de las barras y estrellas
Entre las reacciones internacionales dignas de mención, cabe destacar la del secretario de Estado, Marco Rubio, el halcón anticubano, antichavista y anticomunista de la Casa Blanca. «El pueblo de Honduras ha expresado su veredicto: Nasry Asfura es el próximo presidente de Honduras. Estados Unidos felicita al presidente electo y espera poder colaborar con su administración para promover la prosperidad y la seguridad en nuestro hemisferio». Una «seguridad hemisférica» que, en la concepción monroista del Departamento de Estado, coincide con la «seguridad nacional» de Estados Unidos.
En un primer momento, Trump había amenazado con imponer sanciones a Honduras (además de devolver a miles de migrantes) si «su candidato» no ganaba. Después de que se denunciaran las acciones golpistas, antes de la fecha de las elecciones, con la divulgación de 26 escuchas telefónicas que ponían de manifiesto su estrategia, el Departamento de Estado de los EE.UU. expresó su «profunda preocupación por las acciones de algunos partidos y candidatos que siguen perturbando el proceso electoral hondureño». De nuevo el mundo al revés: los principales organizadores del golpe electoral declararon que «cualquiera que obstaculice o intente retrasar el trabajo del CNE tendrá que afrontar las consecuencias. El pueblo hondureño ha esperado demasiado tiempo. Se merece un proceso rápido, transparente y creíble». En otras palabras: se hace lo que nosotros decimos y cualquiera que se interponga tendrá que enfrentarse al imperio.
El palo estadounidense sin la zanahoria.
Sigue siendo incierta la posición de las jerarquías militares, protagonistas del golpe civil-militar contra Mel Zelaya en 2009. Para evitar malentendidos, pocas horas antes de la proclamación de Asfura, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Honduras, el general de brigada Héctor Benjamín Valerio Ardón, se reunió con el jefe de las tropas estadounidenses en Honduras, el coronel estadounidense Victor Allan Kent. Según un comunicado de prensa, «los dos líderes militares intercambiaron opiniones sobre cuestiones de interés bilateral y reforzaron los lazos de cooperación y confianza entre las instituciones militares de Honduras y Estados Unidos, en el marco de la seguridad hemisférica y el compromiso compartido por la paz y la estabilidad regional» [i] .
Antes de la proclamación de Nasfura, mediante un comunicado de Marco Rubio, el Departamento de Estado de EE. UU. impuso restricciones de visado a Mario Morazán, magistrado titular del Tribunal Electoral (TJE), y a Marlon Ochoa, consejero del Consejo Nacional Electoral (CNE). La acusación es «haber socavado la democracia e impedido el recuento de votos» en el país centroamericano. «Estados Unidos no tolerará acciones que socaven nuestra seguridad nacional y la estabilidad de nuestra región. Consideraremos todas las medidas apropiadas para disuadir a quienes obstaculizan el recuento de votos en Honduras», concluyó. También se denegó el visado de entrada al presidente del Parlamento hondureño, Luis Redondo, por «socavar la democracia».
Otras reacciones internacionales
En el ámbito del fascismo internacional, también se ha pronunciado el llamado Foro de Madrid, una alianza política internacional de las derechas, lanzada en 2020 por la “Fundación Disenso”, el centro de estudios vinculado al partido político español Vox. El Foro ataca al candidato del Partido Liberal, Salvador Nasralla, al que define como «exvicepresidente aliado de Zelaya» y «agente desestabilizador». En perfecto estilo neocolonial, la organización liderada por Vox exige que «Mel Zelaya acepte su aplastante derrota y se calle». En la narrativa del «mundo al revés», el Foro sostiene que «el consumado golpista Mel Zelaya pretende dar un nuevo golpe de Estado, como el de 2009, aprovechando las fallas del software electoral adquirido por el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Honduras». «Por orden de Maduro, Zelaya quiere aprovechar la diferencia de votos entre Nasry Asfura y Salvador Nasralla para desestabilizar el país», afirma el Foro en su delirante y agresivo comunicado.
Entre quienes felicitaron a Nasfura, además de los gobiernos de Argentina y Perú, se encuentra el gobierno chileno de Gabriel Boric, que aceptó inmediatamente los datos «oficiales», a pesar de las denuncias nacionales e internacionales sobre la falta de transparencia del proceso. El Gobierno chileno aseguró que respeta la decisión del CNE, que «garantiza la certeza jurídica del proceso electoral», afirmó el Ministerio de Relaciones Exteriores, refiriéndose a los informes de la OEA y la UE. Una actitud muy diferente a la que adoptó con respecto a las elecciones presidenciales de Venezuela de 2024, cuando pidió el recuento de todos los votos y se negó a reconocer la elección de Maduro. Una postura con la que también se mostró de acuerdo el próximo presidente chileno, el pinochetista José Antonio Kast, quien envió sus felicitaciones a Asfura.
La misión de la OEA y la de la UE brillaron por su silencio cómplice y, aparte de un rosario de palabras retóricas, se limitaron hipócritamente a pedir al CNE que «acelerara el escrutinio, respetando la voluntad del pueblo hondureño». Una postura digna de los famosos tres monos: «no veo, no oigo, no hablo».
¿Conclusiones?
Lejos de concluir, la historia del golpe electoral abre escenarios inciertos, tanto en términos institucionales como en la vida cotidiana de millones de hondureños y hondureñas, así como en el ámbito internacional. Además de las movilizaciones callejeras en el país, se necesita un acompañamiento internacional contra el golpe electoral, para que se respete la Constitución y la normativa electoral. Lo que ocurre en Honduras tiene repercusiones en el resto del continente, cuyo giro hacia la derecha marca la contraofensiva estadounidense contra los gobiernos «progresistas»: una auténtica «revolución conservadora» y reaccionaria liderada por Trump.
[i] https://www.latribuna.hn/2025/12/23/jefe-del-emc-de-las-ffaa-se-reune-con-titular-del-grupo-militar-de-eeuu-en-honduras/
Fuente: https://marcoconsolo.altervista.org/honduras-un-golpe-bajo-el-arbol-de-navidad/









