Los cubanos que jugamos béisbol en la niñez sabemos el plus aprovechado por aquel muchacho que acudía con la mayor parte de los implementos sin casi nunca ser de los mejores jugadores. Aportar bate y pelota daba el derecho a seleccionar primero a los de mayores habilidades y hasta a en la discusión de una jugada apretada, amenazar con llevarse sus propiedades y dar por terminado el juego si el veredicto no le parecía justo. Sin embargo, al ser los terrenos de carácter público, sus dimensiones y reglas nunca eran parte de esa extorsión infantil.
Ver la entrada original 759 palabras más