
por Andrés Figueroa Cornejo
A propósito del cumplimiento de la primeta mitad del mandato del Presidente de Colombia Gustavo Petro, el Comando Central del Ejército de Liberación Nacional de ese país (ELN) señaló que no se ha avanzado mucho «en materializar el mandato de cambio que le dieron las fuerzas populares que lo eligieron, debido a la férrea oposición del viejo régimen y a la decisión presidencial de aliarse con este».
El ELN precisó que en el ámbito electoral, las administraciones de Duque y Petro obtuvieron sus respectivos triunfos con «empates relativos», y que, en el caso de Petro, sin dudas el fenómeno político que permitió su victoria «fue el Estallido Social de 2021». Sin embargo, la insurgencia revolucionaria estimó que la obtención del mandato ejecutivo «ha resultado en una institucionalización de las fuerzas populares, que en vez de introducir grietas al viejo régimen, tiende a remozarlo».
La agrupación guerrillera observó que mientras el gobierno de Petro intenta adelantar reformas favorables a la democratización de la sociedad colombiana, la minoría privilegiada ha logrado imponer las condiciones orgánicas del régimen establecido, esto es, reproducir «la médula del modelo económico, como son el pago cumplido de la Deuda Externa a la banca imperialista y mantener el dogma del capitalismo neoliberal articulado a las grandes economías del inframundo mafioso».
En ese sentido, el ELN lamentó que, debido a una puja donde prevalecen los intereses oligárquicos y estadounidenses, se mantiene «el narcorrégimen», esa síntesis entre el Estado antipopular del país, la industria del narcotráfico, la doctrina del enemigo interno, los escuadrones paramilitares responsables del crimen sistemático contra los liderazgos sociales, la búsqueda de una pacificación forzada contra las iniciativas revolucionarias, esta vez disfrazada de «esfuerzos por construir la paz»; y un sistema político que avala y justifica de manera corrupta todo lo anterior.
Para el ELN, los primeros dos años de Petro en la cabeza del Gobierno «es más lo que se ha adaptado a estas líneas rojas del régimen, que lo que ha hecho ruptura con ellas» y agregó que, «mientras paga la Deuda Externa, se recrudece la Deuda Social (hambre, pobreza, desigualdad)», lo que «también es funcional a la contrainsurgencia imperialista y hasta hoy no aparecen en el horizonte, tan siquiera esbozos del prometido cambio de Doctrina, en el que iba a desarrollar su publicitada Seguridad Humana».
La guerrilla de Camilo Torres sí, en cambio, reconoció que Petro ha marcado la diferencia respecto de otros mandatarios «en mantener posiciones a favor de la paz mundial, cuando denuncia el genocidio palestino que están perpetrando en Gaza y pide que termine la guerra en Ucrania por medio de conversaciones de paz; igualmente, adelanta un esfuerzo por la integración latinoamericana, dentro del cual busca mantener una buena relación con la vecina Venezuela. En su discurso de protección del medioambiente, también se muestra favorable a enfrentar la crisis del cambio climático, sin que la lleve a la práctica por sus compromisos con los grandes poderes, con quienes ha pactado para tener gobernabilidad».
El ELN estimó que aquello que ha malogrado al poder ejecutivo actual «es su alianza con viejos exponentes de la politiquería tradicional podridos por la corrupción, los que no sólo frenan los intentos reformistas, sino que colocan buena parte de los escándalos de corrupción que desprestigian al Gobierno; a los que hay que agregar los propios hechos de corrupción que realizan seguidores de Petro a quienes les han entregado cargos públicos».
Por último, la organización revolucionaria y política militar más antigua del continente expresó que «Petro y su gobierno cruzan un río turbulento, van en la mitad, por lo que está por verse si terminan arrastrados por el viejo régimen o logran remontarlo y dejar establecido un avance importante tras la meta de tener un nuevo orden que no persiga ni elimine opositores, encabece la lucha anti-corrupción, lidere el esfuerzo de la sociedad en la defensa de la vida y el territorio, acompañe la resistencia de las fuerzas populares ante el poder imperialista y oligárquico, supere el obsoleto modelo pacificador y se decida a construir la paz con transformaciones; nobles propósitos que no van a poder avanzar por las arruinadas vías institucionales, sino por medio de la movilización y la lucha organizada de la gran mayoría de colombianas y colombianos».









