Perú. Democracia en estado de barbarie, exclusión electoral y desaparición de cadáveres

por Ricardo Jiménez

El Jurado Nacional de Elecciones (JNE) de Perú, el 15 de diciembre pasado, declaró nulas las elecciones primarias de Acción Popular para las Elecciones Generales 2026, al concluir que existieron “vicios sustanciales” que vulneraron la democracia interna; en consecuencia, el partido queda excluido de la contienda electoral general de abril próximo. Hubo voto en minoría de jueces que consideraron excesiva la decisión.

Acción Popular es un partido histórico, fundado el 7 de julio de 1956 por Fernando Belaúnde Terry, identificado por la lampa (pala en otros países); fue una de las grandes fuerzas civiles del siglo XX y tuvo dos gobiernos democráticos con Belaúnde (1963–1968 y 1980–1985), además de mantener presencia nacional y regional en la política peruana. Sin embargo, su doctrina centrista, al estilo de la Democracia Cristiana chilena, osciló entre derecha e izquierda y terminó desdibujada y confundida entre las múltiples fuerzas corruptas y delictuales que hoy hegemonizan la política peruana. Ahora estaba debilitado en el congreso, con apenas 10 congresistas (del total de 130) y pagó el precio de ser excluido.

No es el primer caso y seguramente no será el último. Mientras el Tribunal Constitucional escandalosamente anuló el juicio contra Keiko Fujimori -lideresa de las mafias gobernantes- por sus milagrosos cócteles y otras actividades de campaña que le reportaron 17 millones de dólares, los poderes del Estado excluyen sistemáticamente a candidaturas incómodas. En octubre del año pasado, 2024, la Corte Suprema anuló la existencia del partido político de Antauro Humala, ex militar nacionalista alzado en armas, a quién además se le inhabilita por impago de reparaciones al Estado. En octubre de este año, 2025, el poder judicial condenó -en un proceso que no tiene ni el más mínimo asomo de legalidad- a 15 años por terrorismo al ex congresista y ex candidato de la izquierda, Guillermo Bermejo, sacándolo de la carrera electoral. La lista suma y sigue. Casi con certeza no ha terminado.

Según informes públicos, hay cerca de 600 procesos abiertos por “apología del terrorismo”, figura que permite perseguir y castigar opiniones, post de facebook, canciones y hasta haber estado en un mismo lugar (una asamblea, por ejemplo) en el que estaba un terrorista hace años atrás. Jóvenes veinteañeros de Cusco están condenados a 7 años de cárcel por participar en protestas callejeras. Hasta 60 ciudadanos fueron asesinados por fuerzas represivas en los últimos años, sin que haya un solo responsable.

El símbolo más extremo y perturbador de esta barbarie legal, sin embargo, es la desaparición forzosa de cadáveres por el propio Estado. Desde milenios, prácticamente todos los pueblos del mundo respetaron a los muertos. En todas las guerras. Incluso hoy, en la guerra de Ucrania, el respeto de los muertos, la devolución de cadáveres enemigos para ser retornados a sus familiares, es un signo casi inviolable de mínimo ético y civilizatorio. La desaparición forzosa, la no devolución de cadáveres ha sido considerado, además de un delito, una cobardía y una bajeza tan grandes que los Estados autoritarios la han cometido a escondidas y la han negado. Actualmente, numerosas normas internacionales de Guerra y de Paz, tanto de Naciones Unidas como del sistema Interamericano, prohíben este delito. Todas ellas, firmadas y que obligan al Estado peruano. Sin embargo, públicamente, el Estado peruano ha legalizado esta práctica.

En septiembre y diciembre del año pasado, fueron desaparecidos los restos de Abimael Guzmán y Miguel Rincón, respectivamente, dirigentes de Sendero Luminoso y el MRTA, organizaciones armadas condenadas por terrorismo, negando sus restos a sus esposas, madres, hijos. El silencio de los organismos de Derechos Humanos es ensordecedor. Tristemente para la especie humana, parece haberse convertido en una práctica aceptada que no se piensa abandonar.

Es parte de un mundo en aguda crisis capitalista y descomposición completa de la democracia burguesa, donde el robo de la propiedad ajena y el asesinato de náufragos en el mar se hace público y se normaliza. La resistencia y la esperanza nunca fueron tan necesarias. Si la humanidad ha de sobrevivir y cumplir su destino de felicidad, habrá fuerzas de regeneración. Es ley del universo que el momento más oscuro precede al amanecer.

Conaicop

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