
por Michael Roberts
Cada año en esta época, recuerdo los libros que he reseñado durante el año en este blog. Esta vez incluiré algunos que no revisé antes, pero que considero que podrían interesar a los lectores.
Comencemos con algunas obras de teoría económica convencionales que atrajeron mucha atención. En los Estados Unidos, Abundancia de Ezra Klein y Derek Thompson, escritores de la corriente económica principal liberal del The New York Times y The Atlantic, respectivamente, fue recibida con entusiasmo por muchos economistas convencionales políticamente en el ala demócrata. Pero los argumentos del libro son menos una crítica al Trumpismo y a todas sus políticas, que un ataque a lo que los autores consideran economía de izquierdas. Los autores creen que «la izquierda» había perdido su capacidad en el gobierno (de Biden) para llevar a cabo grandes proyectos que pudieran proveer los bienes y servicios que los trabajadores (llamados «clase media» en Estados Unidos) necesitan. Por eso los demócratas perdieron ante Trump en 2024.

Los Estados Unidos necesitaban volver a fabricar cosas para satisfacer las necesidades de la gente: lograr la «abundancia», no redistribuir la riqueza existente; la economía debe crecer, no estancarse. Demasiados «liberales» adinerados solo estaban interesados en cosas como regulaciones sobre contaminación, o en detener proyectos de vivienda, o nuevas carreteras, etc. Estas políticas liberales se interponen en el camino de permitir que el capitalismo (o para ser más exactos, las empresas capitalistas) hagan lo que se necesita para satisfacer esas necesidades.
Hay mucha verdad en el argumento de los autores de que Estados Unidos ya no está satisfaciendo las necesidades básicas, y se está quedando atrás en la implementación de tecnologías importantes. Pero, ¿es cierto que la razón por la que Estados Unidos no está ofreciendo un servicio de salud decente y a un precio razonable se debe a demasiada regulación y gentrificación (nimbyismo, «no en mi patio trasero»)? ¿Es verdad que Estados Unidos no ha podido ofrecer un servicio educativo de alta calidad a los jóvenes sin una gran deuda estudiantil a cambio debido a demasiada regulación y elitismo cultural? ¿Es cierto que las carreteras y puentes de Estados Unidos se están desmoronando debido a las regulaciones y las acciones legales?
Los autores le dan una gran importancia a la crisis de la vivienda en Estados Unidos, una crisis de la que culpan a las regulaciones, la oposición local a la planificación, etc. Pero cualquiera que sea la verdad que haya en ello, palidece en insignificancia con la verdadera causa de la crisis de la vivienda. Simplemente no se están construyendo suficientes casas, a pesar de que el crecimiento de la población estadounidense y la formación de hogares se están desacelerando. Sí, necesitamos más bienes y una «abundancia» de aquello que los trabajadores necesitan. Pero este libro dirige su mirada hacia las regulaciones de planificación como el obstáculo para la abundancia, no hacia los bloqueos reales impuestos por los intereses adquiridos de los gigantes de los combustibles fósiles, los magnates de capital privado, las empresas de construcción y el control del sector privado de la salud y la educación en Estados Unidos.
Breakneck: China’s Quest to Engineer the Future (A ritmo de vértigo: el desafio de China para construir el futuro) de Dan Wang ha sido elogiado sin fin por su análisis de las diferencias entre los Estados Unidos y China y por qué China está ganando terreno. Wang, investigador del Laboratorio Hoover de Historia, de derechas, en Stanford, argumenta que el contraste entre las dos superpotencias no se debe a los diferentes sistemas económicos, sino a que la élite estadounidense está formada «en su mayoría de abogados, que destacan en la obstrucción, frente a la clase tecnocrática china, formada en su mayoría por ingenieros, que sobresalen en la construcción». Creo que es estirar demasiado la explicación, cuanto menos. Seguramente el ascenso de China hasta amenazar la hegemonía económica de los Estados Unidos se debe más a las altas tasas de inversión productiva, y a una estrategia industrial dirigida por el Estado e impulsada por empresas estatales, en comparación con la economía estadounidense que se dedica principalmente a invertir en activos financieros especulativos y «servicios comerciales».

China en el capitalismo global por Eli Friedman, Kevin Lin, Rosa Liu y Ashley Smith parte de la premisa de que China es una economía capitalista, fundamentalmente de la misma manera que los Estados Unidos. De hecho, China es imperialista igual que Estados Unidos: ambos rivalizan por el dominio del mundo. Esta es la opinión mayoritaria entre la izquierda en Occidente, aunque no entre los economistas convencionales. Están divididos entre aquellos que consideran a China como «comunista», porque no tiene una democracia liberal, y aquellos que consideran que el éxito económico de China se debe a su adopción del capitalismo después de Deng, a finales de la década de 1970. Los autores del libro adoptan básicamente la misma posición que los economistas convencionales. China no es socialista porque no tiene una democracia obrera, pero si multimillonarios y un gran sector capitalista. Así que debe ser capitalista e incluso imperialista. Mis lectores saben que tengo una opinión minoritaria: es decir, que China no es capitalista porque los mercados y las empresas capitalistas no dominan la inversión; y los capitalistas no controlan el gobierno.

Habiendo vendido un millón de copias en China en 2024, How China Works (Cómo funciona China) de Xiaohuan Lan proporciona una visión alternativa, a saber, que el éxito económico de China no se basa en un renacimiento del progreso capitalista, sino en la inversión estatal impulsada por los ciclos quinquenales de planificación. Las «alturas dominantes» de la economía: banca, producción de electricidad, ferrocarriles, industria pesada, construcción naval, transporte marítimo y universidades están en manos del Estado y el Estado prioriza el apoyo a la economía en general y el interés nacional por encima de las ganancias. Pero Lan se va al otro polo, argumentando que China está en la «etapa primaria» del socialismo y en camino hacia el socialismo completo. Dejo al lector decidir quién tiene una mejor comprensión de la naturaleza de la economía china: Friedman, Lin y Smith o Xiaohuan Lan.

Vamos a otras obras marxistas. Los sociólogos marxistas canadienses Murray EG Smith y Tim Hayslip han escrito un libro profundo y de amplio alcance que tiene como objetivo elaborar y popularizar los principios del «razonamiento dialéctico». El título completo del libro es Thinking Systematics: Critical-Dialectical Reasoning for a Perilous Age and a Case for Socialism.

Karl Marx declaró: «Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo«. Smith y Hayslip añaden a esta observación: «Los filósofos solo han interpretado el pensamiento humano de varias maneras. La necesidad, sin embargo, es mejorarlo, en gran medida». Los autores argumentan que el razonamiento dialéctico es esencial si los humanos quieren mejorar su comprensión del mundo natural, la sociedad humana y la relación entre los dos. A su paradigma particular de razonamiento crítico-dialéctico, los autores lo llaman Thinking Systematics (TSS). TSS se refiere a métodos y formas de pensar que fomentan una visión más sistemática (científica) del mundo, una visión que mejora sustancialmente nuestra capacidad de descubrir «verdades objetivas sobre la condición humana actual y de revolucionar nuestra comprensión individual y colectiva de un mundo más grande, con el que la mayoría de nosotros nos involucramos demasiado pasivamente».
Los autores reconocen que la lógica formal (por ejemplo, A = A, pero no B) es fundamental y útil en muchas circunstancias. Pero es inadecuada cuando se trata de cambios, tanto en la naturaleza como en la sociedad. ¿Cómo se pueden aplicar estas ideas a los problemas y controversias actuales? Un ejemplo, en mi opinión, es que el razonamiento dialéctico puede ayudarnos a entender la naturaleza de la economía y el Estado chinos. Como he señalado antes, muchos dicen que es capitalista; otros dicen que es socialista. En mi opinión, no es ninguna de las dos cosas. ¿Cómo puede ser así? En la lógica formal A = A, pero NO B. Así que China debe ser capitalista o socialista. Pero cuando se piensa dialécticamente (o «sistemáticamente»), China puede verse como una economía en transición: está «en el medio». «China socialista» no es una descripción más correcta que «China capitalista». Si confiamos en una lógica formal estricta, esto es confuso. Pero el razonamiento dialéctico atraviesa la confusión al permitirnos ver a China a través de la lente del desarrollo desigual y combinado utilizando el concepto de formas de transición.
Güney Işıkara y Patrick Mokre han publicado un libro perspicaz que explica cómo la teoría del valor de Marx opera para explicar las tendencias y fluctuaciones en las economías capitalistas modernas. Llamada La Teoría del Valor de Marx en las Fronteras – Economía Política Clásica, Imperialismo y Colapso Ecológico, el título señala al lector que el libro trata de llevar la ley del valor de Marx hacia lo que llaman sus «fronteras», a saber, mercados y comercio; imperialismo y la crisis ambiental global.

En su libro, Isikara y Mokre muestran cómo la teoría del valor de Marx es esencial para comprender los problemas clave a los que se enfrenta el mundo en el siglo XXI. Los autores ofrecen datos empíricos nuevos y reveladores que miden el nivel de transferencia de valor mediante el comercio y las cadenas de valor corporativas desde el Sur Global hasta el Norte imperialista. Argumentan poderosamente que las desviaciones entre los precios de mercado, los precios de producción y los precios de la fuerza de trabajo son fundamentales para comprender las transferencias internacionales de valor debido a las composiciones de capital diferenciales y las tasas de explotación, así como para explicar el papel central de la renta y la acumulación en la crisis ecológica inducida por el capitalismo. Como tal, el libro es «un manual para marxistas practicantes».
Robert Dees ha escrito una obra de más de 1.700 pp en dos grandes volúmenes, llamado El poder de los campesinos, la economía y la política de la agricultura en la Alemania medieval.

Dees argumenta que, contrariamente a la historia económica convencional, los campesinos o agricultores en economías antiguas y medievales abrumadoramente agrícolas desempeñaron un papel esencial en el avance de la civilización en Europa. La civilización en este contexto significa aumentar la productividad del trabajo a través de mejoras en la técnica agrícola y las innovaciones técnicas -el «genio creativo» de los agricultores-, y por lo tanto los niveles de vida y la salud de la multitud. Los campesinos no eran una masa pasiva amorfa que solo eran víctimas de la dominación de clase de los esclavistas romanos o los señores feudales. Tenían agencia; lucharon en muchas ocasiones (a menudo con éxito) para romper el control de la clase dominante. Cuando tuvieron éxito y obtuvieron un grado de independencia en la producción y el control del excedente producido, impulsaron la sociedad hacia adelante. Dees proporciona una nueva explicación de las causas de la Guerra Campesina de 1525 en Alemania y los efectos a largo plazo de su derrota, contrarias a la erudición existente. Esto será de particular interés este año de su 500 aniversario.
El libro más poderoso del año es Epocal Crisis de William I Robinson. Robinson es profesor en la Universidad de California, Santa Bárbara, y un prolífico autor galardonado.

En Epochal Crisis, Robinson ha llevado a cabo un agudo análisis de la crisis del capitalismo global en el siglo XXI. Define esa crisis como compuesta por tres factores: el fin de la globalización en el comercio y las finanzas; el aumento de la financiarización de las principales economías; y «una crisis sin precedentes y multidimensional que apunta al inminente agotamiento de la capacidad de renovación del capitalismo global«. En efecto, Robinson argumenta que las diversas contradicciones en el siglo XXI se han fusionado en lo que muchos llaman una policrisis: «la crisis actual no se parece a ninguna otra. La crisis de época señala el declive irreversible de la capacidad del capitalismo para reproducirse».
Hay mucho de verdad en estos argumentos, pero tengo algunas observaciones. Robinson rechaza la teoría de las crisis de Marx basada en la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancias, prefiriendo la combinación proporcionada por Ernest Mandel, quien trató de «fusionar» la ley de rentabilidad de Marx con una teoría de las crisis por subconsumo. Mandel se opuso a lo que llamó una explicación «monocausal». Robinson también rechaza la teoría de las crisis de Henryk Grossman, que creo que sigue a Marx, para defender la teoría del subconsumo de Rosa Luxemburgo. He lidiado con estas confusiones en varias ocasiones, aquí y aquí. Además, Robinson sigue a la mayoría de los marxistas que argumentan, como se mencionó anteriormente, que China es capitalista e imperialista.
Lo más interesante es que, habiendo dicho al lector que el capitalismo está en una crisis existencialista y de época que no se puede revertir, Robinson afirma que todavía llevará décadas en solventarse. Mientras tanto, «el escenario más probable es una nueva ronda de expansión capitalista a través de la digitalización que restaure momentáneamente el crecimiento y las tasas de ganancias, pero agrave las contradicciones subyacentes que impulsan la crisis. La reforma radical redistributiva y regulatoria defendida por sectores de la élite transnacional puede atenuar la polarización social, expandir los mercados y mediar en la competencia intracapitalista y el conflicto interestatal, pero solo temporalmente». Estoy de acuerdo en que esto es muy probable, pero aplaza la culminación de la crisis de época hasta bien entrado este siglo.
Anexo: a principios de este año revisé algunos otros libros. Puede encontrar la reseña aquí. https://thenextrecession.wordpress.com/2025/08/18/dollar-decline-the-failures-of-mainstream-economics-and-epochal-crisis-reviews/
Traducción: G. Buster, Sin permiso


