por Pablo Varas
Convergencia Social es el partido político donde milita el presidente Boric….
En las próximas semanas CS uno de los partidos que conforman el FA llamará a elecciones a todos sus militantes para elegir a los nuevos encargados en las actuales direcciones.
Algo de historia.
CS irrumpe como Movimiento Autonomista alimentando desde las calles todas las luchas estudiantiles en su batalla contra el lucro, para hacer visible el movimiento estudiantil, allí había nietos de la clase trabajadora, hijos de los nuevos asalariados y no estuvimos solos, junto a otros también compartieron sus contenidos, banderas y consignas. Todos contra las manos en alto en aquella fea foto de La Moneda.
Apostaban también por la superación del sistema binominal y el rechazo a la política de los acuerdos, esa especie de lámpara mágica que sostienen incluso actuales aliados que están en gobierno. PPD/PS/PRSD ufanos que no tienen reparos para definir que aquello iniciado en 1990 es el proceso más ejemplificador en su crecimiento económico y fundamental de la historia de Chile reciente. En esta afirmación coincide también la derecha, la ex concertación, la SOFOFA, CPC, todas aquellas cajas pagadoras tan conocidas.
El neoliberalismo criollo alcanza entonces la condición de catedral, algo intocable donde no se negocia nada que agreda al gran capital como la propiedad del agua por ejemplo.
Qué importancia puede tener en los días actuales el sistema de concesiones si así funciona bien, todos felices. Banqueros, grandes pesqueras y empresarios que compraron a parlamentarios y subsecretarios llenándoles los bolsillos con grandes billetes para convertirlos en empleados siempre dispuestos a bajo precio y en permanente liquidación.
La expresión inicial de los rebeldes entre los que se encuentra CS fue una nueva manera de hacer política. No más pactos, transparentarlo todo y considerar como indispensable a las organizaciones sociales que están instaladas en todas las esquinas de la patria con sus urgencias. En su esencia iniciar el desmantelamiento de un modelo excluyente y socialmente agresivo. Democratizar el país, dotar a los ciudadanos de derechos fundamentales, de eso se trata.
No sentarse junto a parlamentarios corruptos y denunciarlos. Rechazar el nepotismo en todas sus formas, contra el amiguismo, la más absoluta condena a los operadores políticos Bajar las dietas parlamentarias y evidentemente una Nueva Constitución. No se trata de una lista de supermercado, el problema es que las demandas populares fueron siendo postergadas uno tras otro gobierno de la concertación. Por eso se debe recordar siempre el 18-0. Ese día que nadie lo vio venir.
En este caso las elecciones de CS deben ser tratadas como un gesto trascendental que fortalecerá la democracia interna y lentamente irá marcando diferencias con uno de los dos bloques que gobierna Chile. No es malo señalar y dejar establecido que debe ser muy difícil compartir la conducción del país con un grupo que desde 1990 no intentó alterar el criminal modelo heredado de la dictadura, sino más bien en ser unos buenos administradores, y en aquello fueron muy eficientes. No hay que ser ilusos tampoco, en uno de los bloques debe existir el marcado interés en quien se pondrá la próxima banda tricolor.
Después de decenios entendieron que Chile necesitaba mejorar como país. Como si los dioses se hubieran vuelto locos y desde arriba lanzaron una botella.
Una de las características de las elecciones internas en los partidos es aquella de los acuerdos y alianzas para alcanzar cupos de poder. Hay casos en otras orgánicas que se han presentado hasta nueve listas con los más variados nombres, dejando en un mar de dudas a la militancia que tenía que definirse frente a una papeleta. Finalmente un poco antes de que sea escrutado el último voto, todos los cargos de comité central y los de más abajo ya estaban repartidos.
Convergencia Social se define Socialista, Libertario, Feminista, profundamente democrático y para sostener esto verdaderamente se necesita estar muy bien armado, especialmente cuando por estos días muchos de los cercanos están muy lejos de compartir estas definiciones. CS las definió en su Congreso 2020 en plena pandemia, valorable determinación. Había que resolver asuntos algo más complejos que nacieron luego del 15 de noviembre.
Al interior de CS conviven varias almas, desde pequeña burguesía ilustrada, feministas, algunos fundadores y hasta sostenedores que el socialismo, los trabajadores y asalariados están determinados a ser los encargados para hacer avanzar las ruedas de la historia. Evidentemente hacia la izquierda.
Y en esto se debe ser extremadamente claro.
No ha sido el capitalismo que les ha entregado derechos a los millones de desposeídos. No ha sido el neoliberalismo que en un arranque de locura concibió el feminismo como la dignificación para más de la mitad del país que habitamos. No fueron los legisladores de la derecha que votaron la ley de la silla. Ellos allá y acá nosotros siempre.
El historial de la derecha en Chile es de una marcada criminalidad, no solamente por pagar sueldos miserables para robárselos posteriormente bajo un falso Sistema de Previsión Social (AFP), que no es otro que el ahorro individual bajo el dogma del sálvese quien pueda y con sus propias uñas. La derecha chilena es sencillamente una cáfila de vendidos al gran capital, fueron ellos con que con sus manos convertidas en poruñas recibieron el dinero de la CIA y los EE.UU para provocar un golpe militar que tanto dolor hasta los días actuales genera.
Pocos militantes y viejos camaradas deben quedar de esos años en que se vendía prensa obrera que insistentemente comprometía la voluntad del esfuerzo y el cambio social. Los tiempos actuales sin ser condenados son más rápidos, la noticia de la mañana no está al mediodía, pero aun así hay que tomarse el tiempo necesario para reflexionar. Algo hay que cambiar, algún asunto a transformar, con alguna cosa se hace fundamental alterar los abusos y la criminalidad desatada de los adalides de la explotación del hombre por las tarjetas de crédito.
No se puede excluir la derrota en el plebiscito de salida en las elecciones internas de CS. Lo extraño es que en esta derrota nadie es culpable, nadie dio un paso al costado.
Durante la época del imperio romano, el general que perdía una batalla pasaba a ser el encargado del rancho, aquí no, todo igual. Aunque se esté en el gobierno, haciéndolo bien o acumulando experiencia se debe estar permanentemente evaluando porque de aquello dependen las correctas políticas públicas por las cuales millones de chilenos nos votaron.
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