Por Miguel Peña(1)

Yo venía saliendo del servicio militar y mi formación en la montaña del Sur de Chile me indicaba que podríamos hacerle más daño al dictador desde ese terreno más favorable. En esos días, ambos nos integramos al MIR y nuestro contacto fue Gastón Vidaurrazaga, quien sería asesinado horas después del atentado al tirano, como represalia y escarmiento. Tras su caída, quedamos descolgados y nos sentíamos muy impotentes por la fuerte represión. El sentimiento se incrementaba al constatar los problemas internos y divisiones del MIR. Lo que nos llevó a mirar hacia el Frente pues ya con Gastón habíamos evaluado, positivamente, la potencialidad militar del Frente que contaba con mejores medios y una estrategia de Sublevación Nacional. Nosotros entendíamos la militancia como un compromiso serio y de vida. Y también, que las organizaciones deben ser un instrumento de cambio, no un fin en sí mismo. Esos fueron los argumentos que nos llevaron a incorporarnos al Frente.
Primeros pasos en el FPMR
Por esos días del 87, en el FPMR, la represión se hacía sentir. Felipe que era nuestro contacto en Santiago cayó detenido pero antes me alcanzó a dar un punto en la 5ta Región. Es así, como logramos incorporarnos al inicio de un trabajo rural en esa zona. Acudimos, sin tardar, a las citas con los nuevos compañeros en los cerros de la región quienes contaban con un barretín (Tatús) que abrigaba varios fusiles M16, lo que le dio calidad y altura a nuestras proyecciones. Recuerdo que nos dijimos que por fin ya estábamos de igual a igual con los pacos asesinos. Empezamos a recorrer la 5ta Región y por largos años estuvimos caminando y abriendo rutas que, posteriormente, nos sirvieron para la implementación de nuestros trabajos: hacer tatús, reconocimiento de terrenos, lectura de cartas topográficas, escuelas operativas y recuperaciones económicas. Nuestra estructura vivió muy independiente ya que a veces los compañeros de la Jefatura o Dirección se perdían, pero nosotros seguíamos haciendo nuestro trabajo que duró desde el 87 hasta el 90. Luego, varios del equipo, seguimos trabajando en otras regiones del país.
Obtención de recursos
Recuerdo muy bien el día que fuimos hacer una “recuperación” en una fábrica en Quilpué que nos costó una larga persecución. La acción empezó a las 15h: entramos al recinto y recuperamos una parte de los recursos, absolutamente insuficientes. Como no era mucho lo obtenido, improvisamos. Sin mayor planificación decidimos obtener recursos económicos también de una bencinera y una barraca de madera que estaban aledañas a la fábrica. Nosotros éramos 6 y nos repartimos dos compas por cada acción. Incluso ese día había un perro dóberman al lado de la camioneta y el chofer nuestro no se atrevía a acercarse. Le dije vamos a ver, nos acercamos comenzamos a hablarle al perro y como si nos entendiera, se quedó tranquilito mirándonos, como si nos dijera: “yo no vi nada”… y nos dejó partir. Nos subimos a la camioneta, como andábamos con dos M16 (armas largas), no pasamos para nada inadvertidos como era la idea. Tanto los transeúntes como los buses y los autos se detenían, impresionados, para observar la acción de los jóvenes encapuchados que – a plena luz del día -corrían con fusiles y otras armas en pleno Troncal.
Nuestra retirada estaba prevista hacia el campo del Quilpué que estaba a cinco minutos-a toda velocidad en auto. Partimos y cuando llegamos al final de la ciudad dejamos la camioneta cubierta con ramas que habíamos cortado con anterioridad para esconder el vehículo al borde de una quebrada. Empezamos a subir a pie un inclinado cerro, algunos compañeros se cansaron rápidamente, querían pararse a descansar en medio de la subida. Con Mauro y otro hermano insistimos en que debíamos continuar la retirada hasta un lugar más protegido. Fue una buena decisión ya que– dos kilómetros más lejos – empezamos a escuchar un helicóptero puma de la marina que venía detrás de nosotros. Al verlo pensamos que habíamos sido detectados y preparamos, rápidamente, la defensa del lugar. Unos 500 metros antes de llegar donde estábamos, el helicóptero sorpresivamente dio la vuelta y se empezó a alejar. Aprovechamos esa situación para seguir nuestra ruta de escape, tal fue la presión que hasta el cansancio desapareció esa tarde.
Cuando llegamos al borde de nuestra población en Viña, la noche ya comenzaba a caer y cuál fue nuestra sorpresa nuevamente cuando nos encontramos en medio de un tremendo operativo policial que nos buscaba aun: vigilancia entre el campo que bordeaba Chorrillos y Forestal. Lo cierto es que para nosotros, era más riesgoso esperar el fin del operativo y decidimos cruzarlo. Después de todo, conocíamos muy bien el terreno y las quebradas, lo que nos daba una ventaja táctica enorme sobre las fuerzas represivas.
Primero, decidimos guardar los medios que teníamos en un “tatú” nuestro. Enseguida, empezamos a pasar entre los buses de policías que patrullaban los caminos rurales con grandes focos y algunos pacos a pie delante de los buses. Mientras ellos pasaban, nosotros por detrás cruzábamos las quebradas hasta llegar al medio del operativo que era el camino obligado para llegar a nuestras respectivas casas. Encontrarnos con ese operativo en medio de nuestra retirada fue una gran lección: el enemigo nos empezaba a conocer ya que por largos años realizamos operaciones que les fueron dando indicios de nuestra forma de operar y así, seguir nuestros pasos. A pesar de eso, igual lográbamos mantener la ventaja del terreno, nuestra voluntad de acero y la buena clandestinidad de tener la boca cerrada. Con los compañeros analizábamos que nuestro trabajo podía tener más proyecciones y empezamos a participar en una asamblea de la zona Norte del Frente. La Organización tenía contactos estrechos con otros sectores en la región, campesinos, mineros y comuneros. Lo que nos permitió levantar una propuesta local urbana y rural para los cambios que aspirábamos.
Partida de Mauricio a Santiago
Mauricio se mantuvo en esta dinámica hasta el año 90. Es ese año cuando la Dirección pide a Mauricio asumir la jefatura de Santiago. El partió muy entusiasmado como era su característica. Logra asumir su papel de jefe miliciano durante un año en Santiago. Ya que, el 14 de Diciembre de 1991, para el 8vo aniversario del FPMR, Mauricio es designado como jefe de una operación de propaganda armada y recuperación de víveres de un centro comercial en la Comuna de Pudahuel. El objetivo era mostrar también – en medio del secuestro de Cristian Edwards – que el Frente aún tenía una capacidad de maniobra operativa y presencia en los territorios. Ese día, fueron casi 40 milicianos que se tomaron la avenida JJ Pérez a la altura del centro neurálgico del comercio de esa comuna. Sin embargo, por tratarse precisamente de ese sector, la policía tenía una gran presencia y fueron rápidamente cercados, incluso hasta con tanquetas; produciéndose así, un intenso enfrentamiento. Mauricio enfrentó – dos veces – con el grupo principal a dos patrullas de carabineros. Incluso los pacos no se atrevieron a avanzar esperando los refuerzos. Al ver al resto de los combatientes cercados, Mauricio da la orden al grupo principal de defensa de asumir la retirada; y él, vuelve al medio del cerco con su M16 y una granada para salvar el resto de sus compañeros. Mauricio pudo haber escapado de esa acción ya que contaban con buenos medios y autos para ello pero su sentido de lealtad fue mayor. Trató en vano de salvar a Juan Fuentes pero ambos caen tratando de defender la retirada del resto de sus compañeros y de los cuales 4 fueron detenidos y el resto logró escapar. Mauricio fue consecuente con sus convicciones y, no cabe duda, que actuó como un verdadero jefe rodriguista protegiendo a sus hermanos de lucha. Sin embargo, a mi juicio, dos cosas jugaron en contra y que costaron la vida de Mauricio a sus 23 años y Juan Fuentes; aparte del terreno desfavorable o estudio insuficiente del teatro operativo, hubo también un cálculo político errado de la Jefatura o Dirección del Frente de persistir en este tipo de operaciones, ya que en mi opinión, los chilenos, por esos días, estaban esperando la alegría prometida y no se identificaban con ese tipo de acciones que en dictadura eran aceptadas con simpatía.
Pienso que el ejemplo de Mauricio Cansino y Juan Fuentes debe quedar en la historia de la lucha del pueblo chileno. Todos los años y sin falta, se les rinde homenaje en la Avenida J.J Pérez en Pudahuel. Ellos dejaron una semilla que espero sea reconocida en esta nueva rebelión o, al menos, quede como una lección de lucha de un pueblo que debe también saber defenderse ante el abuso y la represión.
(1) Miguel Peña (compañero de lucha de Mauricio), perseguido político por los gobiernos de la Concertación -hasta el día de hoy – y refugiado político en Bélgica.
Articulo aparecido en la Revista Octubre XXI Lunes 14 Diciembre 2020.