El intento de golpe de Estado bolsonarista fascista del 8 de enero en Brasilia no es un hecho meramente local. Todo indica que contó con auspicio internacional. Está lejos de tratarse de una revuelta espontánea pues son innumerables los hechos que demuestran un alto grado de organización, coordinación y financiamiento previos al asalto y vandalización a las principales instituciones representativas de las tres ramas del poder del Estado en Brasil, nada menos que el Congreso, el Palacio de Planalto y la sede del Supremo Tribunal Federal. Esa relación con el apoyo de una organización internacional tras el conato golpista y otros graves intentos subversivos que ocurren en nuestra región ha sido señalada por varios analistas pero no he leído ninguno tan precuso como el del cubano Hedelberto López Blanch(https://bit.ly/3Zrc9Rw).
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