Chile, estancado y contrariado entre un proceso constituyente y el crimen organizado.

Crimen organizado: desde delitos de cuello y corbata hasta el sicariato.

El crimen Organizado, la delincuencia y la corrupción han existido por decadas en chile y America latína y sus causas se originan en un modo productivo mercantil, que transforma todo en mercancía, impulsando el desarrollo de negocios «delictuales muy lucrativos», como son el narcotráfico, la trata de personas o tráfico humano con propósitos de esclavitud laboral, explotación sexual, los secuestros extorsivos, los homicidios cometidos con mayor violencia por parte de Sicarios, corrupción y colusión etc. etc.

Acá el problema es la transnacionalización del crimen organizado, que captura el mercado y el sistema administrativo de los pueblos en los que penetra. El dilema de los Estados frente a este rompecabezas, no es una nacionalidad más o una nacionalidad menos; la migración es un fenómeno que por siglos ha existido en diferentes regiones del mundo y no se le puede apuntar como el detonante de las nuevas formas de criminalidad estructurada que afectan la región.

En diferentes países latinoamericanos se vive el flagelo de la narco-delincuencia y Chile no está ajeno a esta anormalidad, que se nutre de las desigualdades que genera este modo de producción mercantil, cuya expresión más clara es el capitalismo y su mirada de mercado, que otorga riquezas a unos pocos y pobresa económica e intelectual a la gran mayoría, que es, además, la principal afectada por el incremento de los maltratos sistémicos, de los cuales el crimen organizado es uno de los tantos que engendra.

Estamos viendo pasar por nuestras vidas el resultado de uno de los productos más crueles que ocaciona un modelo de mercado, cuya base material crea estructuras delictuales que se coluden incluso con instituciones del Estado, que en ciertas ocaciones se corrompen o se rinden a la idea de producir riqueza y más riqueza a como de lugar, cayendo así en las redes de la transnacionalizacion del crimen organizado.

Es sabido que la criminalidad a gran escala se adueña clandestinamente de los pasos fronterizos ilegales en toda América latína: Mexico-EEUU, Chile-Bolivia, Colombia-Venezuela etc. etc, que son las zonas por donde entra la droga, el tráfico de armas, el tráfico de personas (migración), el contrabando de vehiculos robados para ser negociados por droga, armas o dinero. Ante esta realidad es fundamental recuperar el control territorial y perseguir eficazmente la delincuencia, pero sin animadversión hacia grupos específicos de personas.

Chile no es un «sueño americano», así que aquellos medios de comunicación y personalidades que quieren ver oro donde no lo hay, señalando que este territorio es un «Oasis», invitando a hermanos latinoamericanos a que vengan sin advertir de las penurias por las que atravesaran y por las que ya pasa el pueblo chileno por mas de 50 años, es de una irresponsabilidad, por decir lo menos. Las declaraciones exitistas en el plano económico, abrieron una ventana de oportunidades para el crimen organizado, el que se preocupa de estudiar todos los resquicios o grietas legales que les permita moverse a diestra y siniestra dentro de los países elegidos para su accionar delictual.

Emigrar no es un delito, pero en el actual estado de cosas a nivel global, donde el modo de producción mercantil hace de las suyas, la migración se ha vuelto el chivo expiatorio de la elites que añoran el autoritarismo en pro de sus beneficios, señalando que el problema de la delincuencia es el movimiento de personas a traves del planeta, cuestion que no es así. Fundamentar que «criminalidad es a migracción» y no reconocer la transnacionalización del crimen organizado como un producto del capitalismo perverso y mercantil, donde el consumo valida la existencia de los individuos, es de un eufemismo y falacia que la sociedad no puede seguir tolerando.

Ciertamente controlar esta realidad, requiere de la participación de todos los sectores, especialmete aquellos más afectados como son las periferias de las grandes ciudades, donde los problemas de vulnerabilidad son inimaginables para las autoridades y las elites, los cuales tiene un discurso que responde más a criterios en ganancias políticas, que la idea de buscar una acción operativa concreta, eficaz y capaz de terminar con el crimen organizado que penetra en todos los niveles y categorías que componen una comunidad.

Mientras se avanza en un nuevo proceso constituyente, muy cuestionado y poco claro, la ciudadania experimenta una frustración en mucha de las demandas aún no resueltas y que se expresaron en el estallido social, a la que se le suma el anhelo de seguridad ante una delincuencia que se ha desbordado y que deja a las personas marcando ocupado y sin tono a pocos meses de una nueva elección. La sensación de los chilenos es de estar estancados, con una percepción de que «no pasa nada», en un país donde se habla demasiado, olvidando la enorme crisis económica, política y de seguridad por la que atraviesa Chile.

Por ahora el famoso gradualismo del gobierno, también se ha visto reflejado en sus decisiones en materia delictual, como así mismo en materia económica, juntos son factores claves en el tema de la inseguridad, una verdadera bomba de tiempo, para una ciudadania que ha perdido la fé en el Estado y sus instituciones, los que son vistos por estos , como una camarilla de caras duras, que junto al crimen organizado tienen al pueblo trabajador doblegado y de rodillas a un modo de producción mercantil, que estructura y promueve sociedades bajo la libre competencia y el mercado, completamente diferente a los principios de colaboración, cooperacion y solidaridad de una sociedad comunalizada.

Para lograr cambios y dar sentido a una vida en comunidad no se puede seguir fomentando el individualismo competitivo y su afán de lucro, caldo de cultivo para la irrupción del delito, la corrupción, la colusión, el narcotráfico y el crimen organizado, que mantiene desencantada a la mayoría de los Chilenos al no visualizar una direccionalidad estratégica, que permita vislumbrar una real alternativa al modo de producción mercantil, principal ejecutor de los malestares que aquejan a la humanidad.

columna: David Santiago Farías Delva.

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