Con Israel, Pedro Sánchez vuelve a posicionarse en lado equivocado de la historia

por Alberto García Watson

En el marco del decimoséptimo sábado de protestas en Israel para exigir la eliminación del conflictivo Proyecto de Reforma Judicial, el presidente español, Pedro Sánchez en calidad de presidente de la Internacional Socialista, participó en la protesta a través de un vídeo que fue emitido en pantallas gigantes durante dicha manifestación que congregó a más de 200.000 israelíes.

El vídeo, en el que Sánchez interviene, entre otras cosas expresa, “…queridos amigos israelíes, nosotros, como Internacional Socialista, hemos luchado siempre por la libertad, igualdad, justicia y democracia. Pero como muchos de vosotros sabéis, estos son valores que no podemos dar por hecho y tenemos que promover y defender cada día, por ello y como siempre la Internacional Socialista se posiciona de manera solidaria con el pueblo israelí. Queridos amigos, siempre, siempre nos encontraréis en la lucha por la democracia”

Las palabras de Sánchez no han dejado indiferente a nadie, por un lado, han desatado el rechazo de los movimientos de solidaridad con el pueblo palestino, que ven un absoluto despropósito el abandono de su justa causa cuando hace no mucho Pedro Sánchez aseveraba categórico “…cuando yo sea presidente reconoceremos el estado palestino”, para ahora lanzarse en los brazos del sionismo militante.

Por otra parte, Sánchez ha provocado un conflicto diplomático con el gobierno de Israel que ha emitido sendas protestas a las palabras del presidente español, sin ir más lejos, el pasado domingo el ministro de Asuntos Exteriores, Eli Cohen que recientemente estuvo de visita en España, contestó duramente el discurso del mandatario español haciendo énfasis en que «ninguna entidad extranjera decidirá por el pueblo de Israel».

El presidente Pedro Sánchez parece no atinar en materia internacional, la cuestión saharaui también, cuyo proceso de descolonización no quieren asumir las autoridades españolas como potencia colonizadora, así como la absoluta y bochornosa sumisión a las autoridades marroquíes, contradicen las palabras de un Sánchez en su participación en el discurso de Tel-Aviv en referencia a los señalamientos que desde la Internacional Socialista se hacen a luchar por la democracia y la justicia para todas las personas del mundo.

Pedro Sánchez y su gobierno ‘progresista’, ha abandonado abiertamente las causas, saharaui y palestina, así como el compromiso que le debiera suscitar los movimientos emancipatorios de América Latina y que también menosprecia, Sánchez asume como propia las narrativas otanistas y se convierte en fiel escudero de las políticas imperiales de Washington.

Cuando el mandatario español condena como «inaceptable» la presencia militar rusa en Ucrania y lo acusa de violar la legalidad internacional, olvida que, en el marco de la Operación Especial, Rusia ocupa el 15% del territorio ucraniano (mayoritariamente poblado de ciudadanos de etnia rusa), mientras el régimen israelí, conformado en su mayoría por colonos de descendencia europea ocupa ilegalmente el 85% del territorio de la histórica palestina.

Israel viola reiteradamente la legislación internacional, la Cuarta Convención de Ginebra y la misma Declaración Universal de Derechos Humanos, sin que hasta la fecha se haya ejercido resolución sancionadora.

En términos parecidos al del presidente Sánchez, se expresaba recientemente la alta comisaria de la Unión Europea, Ursula Von der Leyen, felicitando a Israel por el 75 Aniversario de su Independencia, señalando que Israel es una “democracia vibrante” o el burdo mito sionista de “haber logrado hacer florecer el desierto”, enmascarando que dos tercios de la población autóctona árabe fue expulsada de Palestina o que al menos 500 poblaciones palestinas fueron borradas del mapa en la consecución de esa “Independencia” que significó la tragedia de la Nakba para la población que ha residido en este territorio y que durante 4.000 años se ha denominado Palestina.

Ursula von der Leyen, Josep Borrell o Pedro Sánchez representan en materia de política internacional lo más ultraliberal del panorama político europeo y son muchas las voces de expertos que señalan que en el caso de Pedro Sánchez, que interpreta la realidad internacional desde un prisma ‘peculiar’ en la abierta defensa de quienes ejercen una brutal ocupación militar tanto en el Sáhara Occidental como en Palestina.

Pedro Sánchez se ha convertido en el abanderado antirruso de la UE, enviando fragatas al Mar Negro en tono amenazante a una Rusia que ya tuvo que bregar con los nazis españoles que fueron en los años ’40 a asesinar soviéticos/rusos en el marco de la División Azul y bajo mando y uniformes de la Wehrmacht hitleriana.

España no aprende y Pedro Sánchez que se enemista con Argelia, el mayor suministrador de gas a España por coquetear con el reino Alauita de Marruecos, a quien ahora compra gas ruso al doble de precio para castigar a Putin, da cuenta de lo bochornoso que puede llegar a ser la ‘geometría variable’ en materia diplomática cuando se es un perfecto inepto.

En 1986, otro adalid del socialismo ibérico, Felipe González y bajo presión de los lobbies judíos norteamericanos y holandés, se vio obligado a reconocer al estado de Israel para poder convertirse en miembro de la Comunidad Económica Europea y de esta manera provocar un conato de cisma en las entonces privilegiadas relaciones con los países árabes.

González argumentó entonces que se debía reconocer y garantizar los legítimos derechos y aspiraciones del pueblo palestino y singularmente el de autodeterminación. Pero ahí quedó eso, en discursos vacíos de contenido que nunca se tradujeron en posturas concretas que aliviaran el sufrimiento del pueblo palestino.

Felipe González, auspició en España la celebración de la Conferencia de Paz entre Palestinos e israelíes en 1991 y donde y por exigencia del entonces primer ministro israelí, el exterrorista del Irgún y bielorruso Isaac Shamir, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) no fue invitada, las personalidades palestinas de Jerusalén Este fueron vetadas por Israel y la delegación palestina tuvo que acudir integrada juntamente con la jordana.

La Conferencia fue un absoluto fracaso del que Israel salió aun más fortalecida y se convirtió en la antesala de los Acuerdos de Oslo en 1993, que no fueron tampoco un tratado de paz, sólo un principio de acuerdo sobre un limitado autogobierno interino palestino.

Con la cuestión saharaui, Felipe González no alcanzaría mayor gloria, manifestó su total lealtad a la causa saharaui en 1976 pronunciando un discurso en los campamentos saharauis de Tinduf (Argelia), para denunciar “una mala colonización y una peor descolonización” y apoyar el referéndum de autodeterminación “hasta la victoria final”. Pero finalmente traicionó esta causa para convertirse en un lobista al servicio de la monarquía marroquí, llegando incluso a llamar reiteradamente a varios presidentes latinoamericanos para intentar convencerles de que retirasen su reconocimiento a la República Saharaui.

Desafortunadamente los líderes del PSOE han dado más de cal que de arena en materia de solidaridad con las causas justas, pero nunca se había llegado al punto de alabar a un régimen criminal como el israelí.

Cuando Sánchez trata a los israelíes de ‘queridos amigo y habla de libertad, igualdad, justicia y democracia’ como virtudes intrínsecas del pueblo israelí, se olvida que en estas protestas multitudinarias no se ondean banderas palestinas, ni se reivindican los derechos de una población, la palestina que representa el 54% de la población total de lo que Israel considera territorios en disputa y que estos manifestantes desprecian.

Sánchez omite que ese régimen que él enaltece, persiste en su política de ocupación colonial y medidas punitivas contra la población ocupada, expropiación de tierras, demolición de casas, restricción de movimientos, proliferación de puestos de control, fragmentación territorial, muro de apartheid, nuevas colonias, aislamiento de ciudades y aldeas, estado de sitio, bloqueo de Gaza, asesinatos selectivos y extrajudiciales, encarcelamientos, castigos colectivos, incursiones y secuestros en las áreas autónomas palestinas y operaciones militares con bombardeos de zonas palestinas densamente pobladas.

Israel no reconoce ni asume su condición de potencia ocupante, tampoco aplica la IV Convención de Ginebra de 1949 y sus protocolos adicionales que rigen los derechos de la población civil bajo ocupación militar ni, por extensión, el Derecho Internacional Humanitario.

Analistas señalan que tal vez, la postura de Pedro Sánchez sea una manera de postularse a algún cargo supranacional, llámese, UE, OTAN, NN.UU, u otro, en vista de su más que posible salida del gobierno de España tras las próximas elecciones generales, si el gobierno más ‘progresista de la historia de España’ logra agotar la legislatura este año.

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