Chile. Las palomas harán su trabajo

por Pablo Varas

No es posible guardar silencio cuando en Chile un ciudadano que empujó y clamó a los militares para que salieran a las calles lo convirtieran en el baño de sangre se le construyera una estatua.

Estados Unidos en aquellos tiempos cuando se autoproclamaba líder del mundo libre, en la Casa Blanca Nixon chillaba y Kissinger preparaba sus maletas para saludar a Pinochet. Todo estaba perfectamente diseñado. Un ejército de parias y verdugos uniformados eran escoltados por demócratas cristianos. Se iniciaba un largo recorrido mientras los estadios y cualquier recinto era válido encerrar a opositores, maltratarlos como si de cosas baratas e inservibles se tratara.

Y salieron los demócratas cristianos con sus líderes a justificar el golpe militar, cartas a Mariano Rumor, muchos viajes a Italia y Alemania federal, sindicalistas para hablar con trabajadores de otros países y explicar que los militares chilenos respetarían las conquistas sindicales las organizaciones. Dada de aquello sucedió, tantos y tantos fueron llevados a los campos de concentración, otros fusilados y hasta los tiempos actuales muchos están desaparecidos.

Patricio Aylwin este país no te debe nada y tampoco nada le debemos al partido demócrata cristiano, absolutamente nada.

Los enjuiciamos por los incontables chilenos que nos hacen falta, los dolores que permanecen en nuestras poblaciones, les colocamos en su mesa política la indignación y rechazo cuando vemos a los militares marchando ufanos mientras la clase política los saluda y comparte el cacho de chicha. 

Imaginemos por algunos instantes que en la principal calle de Berlín liberada por el ejército rojo Hitler estuviera ocupando la mitad de la calle. Que dirían los ciudadanos argentinos de una con el perfil de Emilio Massera o Videla. Cuando existieron tantos Campos de Mayo dejando miles de viudas y huérfanos: la evidencia y constancia está en el Informe Sábato

Sabemos que en los regimientos y cuarteles chilenos hay fotos y cuadros de asesinos colgando de las paredes. Krassnof Marchenko y otros son saludados como héroes de todas las batallas ganadas contra ciudadanos indefensos y mujeres embarazadas.

En aquella maldita confabulación los líderes fueron Frei Montalva, Onofre Jarpa y Patricio Aylwin, aquella famosa CODE amparada por Patria y Libertad dejaron la más fea y triste marca en contra de chilenos esperanzados que eligieron un gobierno popular por seis años, hasta que llegó aquel día 11 de septiembre.

Sólo una carta con trece se salvan de aquella ignominiosa fecha. Algunos han tratado de estar entre aquellos pero es tarde. Recordar que en sus inicios eran 14 pero el padre de Sebastián Piñera, pidió lo borraran de la lista. El había sido embajador de Chile en Bélgica durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva.

El PN/PDC/PR convirtieron al congreso durante el gobierno popular sencillamente en un campo de batalla. En aquel periodo no propusieron absolutamente ninguna ley. Actuaban como ventrílocuos de los Estados Unidos. Los camioneros parados en las carreteras eran financiados por la CIA, nada de aquello era condenado por la CODE. La prensa chilena donde había mayoría de medios de comunicación al lado de la derecha NUNCA fue cerrada, jamás se cercenó la libertad de prensa. Vociferaba el PDC hasta el cansancio mientras iban a golpear las puertas de los cuarteles.

Los emprendedores de aquellos años Cumsille/Vilarín todos con mercaderías escondidas para venderlas por las puertas traseras convertidas en mercado negro, un grupo de extraperletas, sanguijuelas tratando de anidar en los bolsillos de los sencillos. Escondidos como guarenes detrás sus mamparas y portones. Todo aquello no nació un día cuando las nubes estaban enojadas, los culpables tienen nombre y apellidos y también su logo: partido demócrata cristiano, PDC.

En el mundo político demócrata cristiano se actuaba de manera desaforada.

Patricio Aylwin, el mismo que hace poco le levantaron una estatua lanzaba sus dardos contra el presidente y el gobierno popular. No tuvo reparo alguno y actuó como un político miserable, dejó abandonados entre los crímenes y atentados terroristas de la extrema derecha su pequeño paquete con unos cuantos principios que no tenían absolutamente ningún peso ni valor.

Nuevamente Chile tiene una notable oportunidad, hacer un juicio a una estatua y poder condenarlo por incitar a la desaparición de personas, por hacer sido guardianes de los miles de detenidos, de los fusilados, de los que abandonaron el país, los que tuvieron que cambiarse de casa para salvar la vida.

Aylwin no se merece una estatua con honores y tampoco al PDC se le debe nada, absolutamente nada. Miserables, si su propio hijo político Frei Ruiz-Tagle no quiso investigar la muerte de su padre. Todos los PDC conocían la historia pero investigar y encontrar a los responsables los instalaba en la inevitable foto entre los que ayudaron para aquel magnicidio fuera ejecutado.

Frei Montalva/Aylwin/Pareto y otros tantos como el padre del actual gobernador de Orrego, no tuvieron en menor gesto para recordar a sus ex compañeros de recorrido demócrata cristiano como los del mapu o la izquierda cristiana. Se colocaron el uniforme del golpismo, los largos abrigos de los gorilas. Muchos murieron en el exilio y en Chile la sede del PDC bajaba las cortinas para esconder su precaria verdad, la evidencia de ser los cómplices pasivos en delitos de Lesa Humanidad.

No hay duda alguna que en la sede partidaria demócrata cristiano hay fotos del autor de aquello en la medida de  lo posible, pero en la calle no. La historia tiene entre sus vertientes más acertadas la expresión de los que recorren los caminos y alamedas. Cuando se sale a buscar el pasado tan necesario para los tiempos actuales, aparecen tipejos como este, un miserable servidor público convertido en cómplice pasivo. Eso se lo dijo Piñera.

Los dirigentes demócratas cristianos entregaron a Bernardo Leighton para que la DINA y la extrema derecha italiana intentara asesinarlos en una calle en Roma. El PDC guardaba la bandeja para entregarlos y así saciar la voracidad de los uniformados.

Los que se fueron a sacar el sombrero frente a su estatua para saludarlo y recordarlo como estadista no pensaron que si no hubieran existido golpistas como Aylwin, Carlos Lorca estaría vivo, sin dudas un viejo, pero vivo. No te olvides Elizalde de aquello.

El tiempo el implacable tiempo el que pasó como cantaba Milanés nos asegura que las palomas harán el trabajo que nos hubiera gustado sucediera de otra forma  como son sabedoras de todo, dejaran caer su sobrepeso en las manos abiertas dejadas para que la historia identifique al limosnero Patricio Aylwin que se entregó al billete verde, al cómplice pasivo, al coautor de tantos crímenes muchos aún sin respuestas, el que a los días del golpe militar fue conocer la fecha de las próxima elecciones, pero para aquello hubo que esperar casi veinte años.

Aylwin, que miserable y pequeño político fuisteis en vida.

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