
Como lo dice el tango Cambalache: «El mundo fue y será una porquería, ya lo se…». Estamos hasta el cuello con uno de los lastres más pesados que una sociedad pueda soportar; un modo productivo cuya premisa es transformar todo en mercancía y como consecuencia de ello, un aumento de las desigualdades sociales, el crimen organizado y el deterioro progresivo de la vida en comunidad y donde las instituciones encargadas del tema están más que al debe.
La cantidad de problemas que ha generado el capitalismo con su modo productivo son innumerables y uno de ellos es el dilema del creciente aumento de inseguridad y los costos en vidas que este trae. Los últimos meses las cifras de víctimas de violencia armada se han multiplicado.
El crimen organizado se propaga como un incendio forestal y al igual que este, es administrado de manera insuficiente, ya que el Estado solo se dedica a gestionar y distribuir los riesgos, asumiendo que no van a ser eliminados bajo el contexto de crecientes desigualdades sociales ocasionadas por un modo productivo mercantil.
El relato oficial no coincide con la realidad, pues el objetivo de los distintos gobiernos, empresarios y medios de comunicación no es erradicar el problema, sino moldear el imaginario social alrededor del mercado con su modo productivo generador de ganancias y más ganancias a como dé lugar y es aquí donde los jóvenes vulnerables ven su máxima; «el fin justifica los medios» , reproduciendo lo que es considerado, por ellos, como una «peguita, chamba o laburo», y que se expresa en un accionar armado y delictual, el que es visto por estos sectores como el único medio de alcanzar aquellos lujos y mercancías, a los cuales tienen acceso las élites pudientes de este sistema pleno de desigualdades.
Esta especie de «guerra» oculta a la que somete el mercado, tiene a millones de personas luchando desvalidos frente al despojo,el pillaje y la violencia que engendra un capitalismo salvaje que no hace distinciones y que por décadas a tratado de ser explicado con distintos argumentos: «Entendemos el capitalismo neoliberal como capitalismo de guerra, en tanto responde a una lógica interna de saqueo (Harvey, 2005) y violencia de guerra de amplio espectro, que asume la prescindibilidad de la vida en sus distintas escalas (internacional, nacional, local, interpersonal). Su objetivo explícito fue desde un inicio, la concentración de riqueza y poder que dio paso a una profundización de la desigualdad a escala global, con resultados aún más polarizados en los países periféricos (Therborn, 2015). La transferencia de capital público a capital privado, el despojo de territorios y sus riquezas y el despojo de los territorios-cuerpo condenaron a millones a la exclusión y empobrecimiento (Bourdieu, 2007; Wacquant, 2007), han desatado una violencia sin contención que afecta sobre todo a la población más desfavorecida, generando costos humanos de magnitud similar a una situación de guerra. Una lógica que responde a los intereses compartidos de las élites internas y de las grandes potencias.» (IdeAs idées d’Amérique. N° 20 2022)
Chile no escapa a lo señalado anteriormente. El modelo de libre mercado implementado nos tiene en una situaciones de guerra, pues de tan libre que ha sido, chile vive hoy en sus calles, en sus instituciones etc etc una especie de «guerrilla» Narco-delictual, corrupción y Burocracia, que se propaga y extiende como el fuego, quemando el territorio.
Se podrán llevar adelante distintas mesas de seguridad y todas responderán a un estándar latinoamericano de protección del status quo. Es decir, todos ven como la corrupción, el narcotráfico, el crimen organizado etc . están presentes, pero nadie le pone el cascabel al gato, ya sea por intereses políticos o económicos. Y es aquí donde hay que tomarle el peso a lo que acontece en chile, pues el nivel de crueldad y sufrimiento serán gestionados como meras estadísticas; lo que es de una frialdad y desprecio por la vida que supera cualquier razonamiento lógico y humano.
«Hay una producción y gestión institucional del sufrimiento que moldea la subjetividad (visiones del mundo, sentir y prácticas sociales) y garantiza la reproducción del orden dominante (Renault, 2006) con las que es necesario romper. La banalización del sufrimiento y de la crueldad, en el sentido de Arendt, encubre el asedio al que es sometida la mayor parte de la población en el orden social neoliberal.» (IdeAs idées d´Amérique. N° 20 2022)
«Al pasado colonial y a la condición histórica de dependencia estructural, se sumó la lógica del capitalismo de guerra neoliberal que, desde sus inicios, generó dosis ingentes de dolor y sufrimiento en un ejercicio de violencia sin contención, proporcional a la concentración de riqueza y poder objetivo del despojo. Las políticas neoliberales han sido políticas de administración y gestión del sufrimiento que es necesario transformar para detener los altos niveles de exposición a la violencia en todas sus formas así como su aceptación –desde abajo, doblegamiento, resignación y miedo; desde arriba, banalización–; más aún en una sociedad donde la magnitud y brutalidad de la violencia armada minimiza y favorece la aceptación de las restantes formas de violencia y sus costos humanos. La lógica de administración de la muerte y desechabilidad de la vida en tanto «instrumentalización generalizada de la existencia humana y la destrucción material de los cuerpos y poblaciones humanas juzgadas como desechables o superfluas» está en el centro de las políticas neoliberales que convierten la excepción en normalidad y que, como señala Mbembe (2012, p. 135) están presentes en las formas coloniales contemporáneas. El disciplinamiento del cuerpo dio paso al doblegamiento del sujeto, al control psicosocial y a la modelación de su subjetividad en la sociedad neoliberal. Ésta es la herencia que hay que enfrentar para construir una necesaria política de seguridad alternativa«.(IdeAs idées d’Amerique 20. 2022)
Enfrentar esa herencia que lo impregna todo. Supone reconocer que cualquier intento de cambio dentro del acuario capitalista, no ocurrirá jamás. Pues las bases de este modo productivo mercantil, siempre reproducirán desigualdad, delincuencia,corrupción etc.etc. Sólo en el desarrollo de un nuevo modo de producción; donde «los medios de producción sean social y sus productos sean social, se evolucionará a una sociedad sin clases, que en un proceso natural eliminará las perversidades que genera el capital.
Columna David Santiago Farías Delva