por José Antonio Egido
Decía el fallecido Jerónimo Carreras que el tirano Gómez no dejó un país sólo atrasado sino completamente aislado del Mundo. Era la forma de los monopolios gringos de robarle su petróleo.
Aun así las ideas de la Libertad, es decir el marxismo, terminaron por llegar al pueblo por “caminos verdes”, los mismos por los que al Libertador y su generación llegaron las de la Revolución burguesa francesa.
Saltaron del lóbrego calabozo del castillo de Puerto Cabello en que Pío Tamayo y Juan Bautista Fuenmayor dictaron el primer seminario de marxismo al naciente movimiento obrero que en 1936 conducido por Jesús Faría y sus camaradas estremeció la paz de los capataces y dueños petroleros.
Desafiando la pena de 20 años de cárcel, los comunistas acometieron la construcción de los primeros sindicatos y asociaciones políticas que sacaban al país del feudalismo de la encomienda y la recientísima libertad de los esclavos.
En los años 40 los patriotas estudiaban marxismo para entender Venezuela. Su influencia fue un “giro copernicano” en la conciencia nacional expresado en las primeras obras históricas que planteaban científicamente el pasado y el futuro de una Venezuela que pugnaba por salir del atraso.
Irazábal, Miguel Acosta Saignes, Salvador de la Plaza, Gustavo Machado, Eduardo Arcila y otros son los fundadores de la ciencia histórica y social venezolana que, como dice Núñez Tenorio, aparece ligada al marxismo y “al desarrollo del proletariado como clase ascendente y revolucionaria”.
Era tan grande el arraigo desde los años 40 del marxismo en el pueblo venezolano que el imperialismo escogió a un seudomarxista, Rómulo Betancourt, para defender sus intereses. Éste dinamitó desde dentro la naturaleza clasista de los sindicatos, dio un golpe contra el gobierno nacionalista de Medina Angarita y dedicó su vida a perseguir a los marxistas venezolanos.
El fortalecimiento de las posiciones neocoloniales del imperialismo desde 1945 impulsó un hostigamiento ideológico continuo a las ideas y a los luchadores marxistas. Se implantó un neocolonialismo filosófico antimarxista que incluía el desarrollo de un “marxismo” deformado e inofensivo como ironizaba Pedro Duno.
La acción de las fundaciones gringas, las becas para estudiar en sus universidades y la implantación de la primera cátedra de sociología en el país por profesores norteamericanos complementaban las torturas de la Seguridad Nacional y los “teatros de operaciones” para erradicar el marxismo.
La ciencia marxista permite la base teórica para construir el conocimiento de la sociedad y el programa político de la Revolución. Facilita el conocimiento con que acometer cada paso a dar. Favorece el estudio no sólo de la base material sino de la superestructura incluyendo la conciencia popular y resolver problemas históricos serios como hace Carlos Irazábal en su obra Venezuela esclava y feudal. Permite desmenuzar la esencia económica del imperialismo como hace Armando Córdoba y el análisis serio de clases como hace Federico Brito Figueroa. Permite entender que el capitalismo imperialista se nutre de una “acumulación originaria” como dice Marx en El Capital que se convierte en afán sistemático de saqueo de los pueblos del mundo. Permite rechazar el irracionalismo que niega las leyes de desarrollo de la sociedad y los distintos envoltorios en que se envuelven ideologías contrarrevolucionarias como la “decolonialidad” que en realidad niega las verdades fundamentales de nuestro mundo empezando porque el enemigo de los pueblos ya no es el decrépito colonialismo imperial del siglo XVIII sino un agresivo capitalismo de los monopolios que en su declinar se vuelve más feroz que nunca.
La ciencia marxista no es sólo conocer los pilares del materialismo histórico y dialectico sino aplicarlo a la intervención práctica en los problemas de un pueblo empeñado en un combate frontal contra dicha formación económica criminal. En su prodigiosa maduración ideológica el Comandante Chávez se proclamó “marxista” para que Venezuela asumiese el marxismo como su herramienta emancipadora sin negar otras. El desafío académico, intelectual, político y patriótico de la Revolución es relanzar la ciencia marxista aplicada para hacer de Venezuela una potencia de la ciencia social como ya es de la moral revolucionaria y la dignidad humana.
Jose Antonio Egido.
7 mayo 2022.
publicado en Boletín «Economía Política y Revolución» de la Vicepresidencia económica del PSUV