
Este 4 de julio (como si quisieran rendir homenaje a sus patrones en el día nacional) un nuevo paso del plan de relegitimación del Bloque en el Poder (BeP) se inicia, todo de acuerdo con la agenda anteriormente fijada. En los próximos dos meses los diferentes sectores del BeP (derecha de todo signo, ex nueva mayoría, FA) y también quienes desde fuera sirven a intereses (de forma consciente o no) se emborracharán en el circo plebiscitario. Nos querrán hacer olvidar que el plan de del 15 de noviembre fue la respuesta de los poderosos ante el alzamiento popular de octubre, para pacificar, domesticar y desmovilizar al pueblo en lucha.
Si bien es cierto que lograron, con ayuda de la pandemia y las cuarentenas, retomar relativamente la iniciativa política, uno de los objetivos centrales de este plan no ha podido ser alcanzado por la burguesía. El camino de octubre mantiene su validez y legitimidad; la convicción de que solo la lucha directa y radical permite doblarles la mano y alcanzar victorias permanece; la organización desde la base y los territorios nos permite construir fuerza; afirmamos que el levantamiento popular está latente, debemos rebelarnos para cambiar desde la raíz este sistema de explotación y opresiones múltiples.
La disputa electoral de fines del año pasado representa el “enfrentamiento” de las dos caras de la misma hacha, las “alternativas” que la clase dominante tiene para lograr la estabilización y relegitimación del modelo de dominación y el enjambre de dispositivos institucionales/culturales/coercitivos.
El triunfo de Boric/Jackson/Vallejos, la patrulla juvenil social-liberal de la falsa inclusión capitalista buenaondista, representa la opción (momentánea) de la burguesía por la alternativa de la restauración vía reformas, las cuales llegan con 100 años de retraso.
La cara más reaccionaria del hacha, representada por Kast y el bloque de profundización conservadora del modelo, logró salir de la humillante situación en la que lo dejó Piñera y se instala como alternativa beligerante en caso probable de fracaso de la patrulla social-liberal.
La llegada en marzo del actual gobierno ha sido otro de los pasos, concertados por la burguesía, con el fin de cerrar (favorablemente para la clase dominante) el ciclo ascendente de luchas populares y clasistas iniciado a mediados de la primera década del siglo y que ha tenido hasta ahora su punto más alto en el alzamiento iniciado en octubre. Es un gobierno al servicio de la clase opresora para impulsar la readecuación necesaria para mantener el orden de la explotación. Es una maniobra política como lo fue el gobierno “de la Gente” de Aylwin, el de la retroexcavadora de Bachelet. Son plataformas cada una de estas, usadas para contener y apagar la rebeldía. Maniobras de los poderosos para, bajo la promesa de cambios estructurales y definitivos, reformar y asegurar la dominación capitalista.
La opción Boric no puede satisfacer las reivindicaciones populares, principalmente porque ese no es su objetivo. La modalidad que representan para la estabilización es la de la paz de los cambios inmóviles. Para la estabilización de su sistema la clave es la desmovilización, vía cooptación del movimiento de masas, el fracaso muy probable de esta vía abre paso, ya está en despliegue, de la opción del orden represivo para la estabilización democrática. Para ello han hecho uso de estados de excepción, más recursos para carabineros (sí, la misma institución que prometieron refundar), leyes que profundizan el Estado policial (en la vía de “infraestructura crítica”), redefinición y cualificación represiva de los servicios de inteligencia (con potestades operativas y participación de las FF. AA), profundización de la militarización del wallmapu, etc. Todos sus esfuerzos (aquellos que irán por la construcción de consensos como los del camino de la represión) transitarán por el desarrollo de políticas para la perpetuación remozada de la dominación y explotación capitalista.
Como decíamos más arriba desde ahora redoblarán su circo de dos puertas (la de apruebo y rechazo) con un mismo escenario (cambiar la constitución que sea). Esto es parte del plan de pacificación y domesticación. Se alinean en aparente disputa. Unos y otros ya han dado por fracasadas las constituciones (la actual de Pinochet-Lagos o la de la convención y Boric), proponiendo un largo camino de sucesivas reformas para adormecer la voluntad de cambio radical expresada con fuerza de masas y violencia transformadora en octubre. De esta manera, aun de forma diversificada, en el plano político se reinstala el duopolio, las dos almas gemelas, Caín y Abel del capitalismo. Las coaliciones de los 30 años reviven con el empuje constituyente.
Lo afirmamos con fuerza y total convicción, cualquiera de las alternativas, en la farsa del plebiscito apunta a cerrar la crisis de los poderosos. Para esto se ha iniciado su proceso constituyente, ese es su objetivo. Nosotras y nosotros no participamos de su maniobra, nos rebelamos ante sus planes y maniobras, nos rebelamos ante la explotación y su sistema de opresiones. Nos convocamos en el plebiscito a la no participación.
Ante la situación de mantenimiento de la profunda crisis integral de la dominación y la falta de alternativa, se manifiesta de manera clara la debilidad del campo revolucionario. Es en gran medida, esta debilidad precisamente, la que permite la continuidad del orden de la dominación. Esta debilidad se funda entre otros factores, en la fragmentación casi ilimitada e incomprensible de nuestro campo, el de la revolución y el socialismo; el sectarismo profundo que padecemos tanto el declarado como aquel no declarado; la ausencia de debate táctico y político, el sacar el cuerpo a la lucha de ideas; el instinto conservador de las parcelas, la auto satisfacción hedonista, el narcisismo micro – organizacional; la falta de concepción de poder y de alternativa totalizante. Todo esto nos tiene perdiendo una oportunidad excepcional en el desarrollo de la lucha de clases. Se nos hace imprescindible combatir el sectarismo y avanzar en la unidad política y social.
Debemos superar esta realidad para impulsar lo que las masas y el pueblo necesitan, retomar el camino de octubre, fortalecer y desarrollar la organización autónoma y antagonista, la acción directa y la violencia constructiva de las masas. Debemos con unidad y combate, sumar con solidaridad clasista. Apoyar de inmediato con decisión y con todas nuestras fuerzas un plan de lucha que considere cuando menos; la lucha anticapitalista en el wallmapu, la lucha (traicionada nuevamente) por la libertad inmediata y sin condiciones de todas y todos los presos políticos, la lucha por un verdadero y solidario sistema previsional, de reparto y sin capitalización individual, fin inmediato de las AFP; nacionalización de las empresas mineras; una política sistémica socioambiental que preserve la naturaleza; educación gratuita y estatal al servicio de los intereses populares; debemos construir, a partir de las necesidades y derechos inmediatos e históricos de las clases y las masas oprimidas y explotadas, un programa para la revolución y el socialismo, contra la dominación, el reformismo y los vacilantes. El camino de octubre es la organización, la fuerza, la lucha directa y la rebeldía, el desarrollo del poder popular y la victoria.
ÚNICO CAMINO: PODER POPULAR, REVOLUCIÓN Y SOCIALISMO
ORGANIZACIÓN COMUNISTA REVOLUCIONARIA