Quienes se dicen satisfechos con la supuesta constitucionalidad de la brutal destitución del presidente Pedro Castillo por la dictadura parlamentaria peruana, le hacen un flaco favor al movimiento democrático y progresista, ya sea consciente o inconscientemente. De la comprensión de esta realidad depende el grado de lucidez de un político progresista o revolucionario en la dura disputa por nuestra América entre las fuerzas populares y el imperialismo asociado a las serviles derechas locales.
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