Compañero Littré Quiroga Carvajal, asesinado junto a Víctor Jara

por Hugo Quiroga Carvajal

Littré Quiroga nació el 30 de diciembre de 1939. Fue al mayor de 5 hermanos cuyos padres fueron René y Mercedes. Solo tenía 33 años a la fecha de su asesinato.

Se casó con Silvia Lastra, su compañera de toda la vida, en enero de 1964. Tuvo 3 hijos: Eduardo, Sandra, y Claudia.

En la Década del 60, comenzó a estudiar Derecho y a los 22 años ingresó a trabajar en el Servicio de Prisiones, así se llamaba en ese entonces, ingresando como aspirante a oficial en el grado 17, siendo despedido por su militancia en el Partido Comunista, además que siempre andaba con el diario El Siglo bajo el brazo. Posterior a ese paso por Prisiones, entró a trabajar en la Policía de Investigaciones, como Perito, lugar del cual fue despedido por la misma razón. Posteriormente comenzó a trabajar en la Municipalidad de La Granja, donde se desempeñó hasta el 18 de noviembre de 1970, día que fue nominado como Director General del Servicio de Prisiones, cargo que ocupó hasta septiembre de 1973, siendo tal vez el único personero de Gobierno que se mantuvo en su cargo los 3 años del Gobierno Popular.

Recordado por sus amigos, compañeros y familia, como una persona alegre, jovial, cariñosa, siempre preocupada de los suyos, imponente con su más de 1.80 mt de estatura, sus más de 100 kilos y con una sonrisa potente que irradiaba energía y alegría, por lo cual era apodado por sus amigos “El Gordo Feliz”. Hombre modesto, sencillo, que nunca ostentó de su cargo político, que siempre vivió en comunas populares como Recoleta, Lo Espejo y La Granja, siendo esta última donde construyó una sencilla casa de madera con sus manos y con ayuda de sus compañeros. Gran amante de la música, fanático de Beethoven, Jazz con Glen Miller y música tropical del programa radial Ritmo y Juventud. Era querido por todos, incluso sus adversarios políticos.

Durante del Gobierno de la UP tuvo muchas iniciativas parar dignificar la vida humana de los internos de la cárcel, quienes no solo eran presos por distintos motivos, sino que, ante todo, eran seres humanos. Fue impulsor de la creación de espacios libres de trabajo y capacitación permanente para los internos. De la misma forma, no acepto que hubiera presos con privilegios, como lo que pretendieron hacer en su momento, con el General Roberto Viaux, autor del Tanquetazo en el Gobierno de Frei. El no otorgarle ningún privilegio extra probablemente pesó en la decisión de torturarlo y asesinarlo de manera brutal el 15 de septiembre de 1973, lo que culmino en arrojar su cuerpo, junto con Víctor Jara, a un costado del Cementerio Metropolitano.

Littré, el día 11 de septiembre, estando de licencia médica en su casa, se dirigió a la Dirección General para despachar a sus hogares a los funcionarios que estaban ahí, para cumplir con el mandato de su partido, el cual era que todos los debían que estar en sus “puestos de combate”. Como recuerda su hija Sandra “él se despidió diciendo que no lo olvidáramos y que quizás no volvería, sintió su muerte. Ese día llamó muchas veces a la casa, recuerdo haber querido hablar con él y se negó. No quería que lo escuchara llorar. Este fue el testimonio de su secretaria quién dijo: lloró y pidió leche durante el día, mi pobre papá…”

Fue detenido en el edificio de la Dirección General y enviado al Estadio Chile, donde fue torturado de manera brutal en los camarines del Estadio y posteriormente, asesinado. Como familia, tuvimos “la suerte” de que su cuerpo fuera reconocido en la Morgue por amigos, quienes avisaron a la familia, y con la ayuda del departamento legal de Prisiones de la época, se pudiese rescatar su cuerpo y ser enterrado de manera casi clandestina, en el cementerio general, muy cerca de la tumba de Víctor también.

En abril del año 1987 es ingresada por su madre la primera querella, la cual es reactivada en los inicios del Gobierno de la Concertación. En abril de 1992, se inicia el proceso de reconocimiento de su rol como Director General y sus restos son traslados, de manera formal y en un hermoso acto, hacia el Panteón oficial que tiene hoy Gendarmería de Chile en el Cementerio General.

En Julio de 2018, después de 45 años de su asesinato, el Ministro en Visita Miguel Vázquez Plaza, condenó a nueve oficiales en retiro del Ejército por su participación en los delitos de homicidio de Víctor Jara y de Littré. Hasta el día de hoy, ninguno de los condenados, ha estado en calidad de detenido en alguna institución del estado. 

Ese día, 11 de septiembre, Littré escribió cartas póstumas a su familia, presintiendo lo que podía suceder. Mencionaré solo algunos de sus párrafos:

Carta a esposa, escrita a las 12.30 pm

Silvia:

Son las 12:30. Ya bombardearon La Moneda. Parece que mataron al compañero Allende.

Yo espero en mi oficina con la dignidad del cargo.

No sé qué será de mí, pero en todo caso cuida bien a mis niñitos. Que siempre recuerden a su Padre y que la lucha nuestra tendrá que triunfar algún día.

Carta a su madre, escrita a las 5.35 PM

Mamy:

Son las 5.30 de la tarde. Estamos esperando que nos vengan a buscar. Nos informan que el compañero ha muerto.

Trataremos de responder con la dignidad que procede a nuestra condición.

No te preocupes de mí.

Carta a esposa, escrita a las 5.35 pm

Silvia:

Nuevamente te escribo. Son las 5.35 de la tarde. El compañero Allende ha muerto y debemos pasar a una nueva etapa en la lucha del pueblo.

Sé que tu tremenda fortaleza te permitirá salir adelante. Cuida a los niñitos y la dignidad de nuestro hogar.

Si no nos vemos más, recuerda a tu marido que siempre te quiso.

 (*) HUGO QUIROGA CARVAJAL, Autor de la reseña, es hermano de Litré Quiroga, como exiliado en Cuba, fue parte de las micro brigadas que construían casas para las familias cubana y por decisión de los dirigentes de la Revolución comenzaron a asignar un departamento de cada edificio para las familias de chilenos que llegaban exiliados después del criminal golpe de estado de septiembre de 1973, por su preparación, fue asesor del naciente Ejército Popular Sandinista desde el triunfo de la revolución, junto a muchos internacionalistas chilenos. Su solidaria familia, en especial su madre, apoyó siempre a los combatientes que luchaban contra la dictadura en los años ochenta.

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