
Por Cristián Fuentevilla
Desde el comienzo de la Operación militar especial de la Federación Rusa, se han acelerado algunos escenarios propios de dos dimensiones, la del agotamiento de los combustibles fósiles y la del estado de desarrollo del sistema multipolar de las relaciones internacionales.
Lo que permite evidenciar cómo colisionan las decisiones políticas encaminadas a hacer frente en Occidente al abastecimiento energético, basados en las proyecciones extorsivas de EE.UU y el sacrificio de su población. Unas decisiones organizadas en Estados en el centro de la concentración de la riqueza, que geopolíticamente se leen como el occidente de Europa y la región norteamericana. De acuerdo a censos poblacionales no supera el 12% de la población del mundo[i]. Si bien la correlación occidental cuenta con altos indicadores de desarrollo, también posee indicadores de subdesarrollo. Asimismo, el desarrollo histórico del siglo XIX, XX y XXI representado en los hemisferios norte – sur otorga otra lectura del desarrollo económico de centro y periferia en términos geográficos.
Las dinámicas políticas por lo tanto se pueden apreciar en este terreno y en su complejidad por ejemplo en el caso chileno: el presidente Gabriel Boric, organizado políticamente con la élite económica del Chile actual, al iniciarse la Operación militar especial de Rusia reaccionó en condición de subdesarrollo y subordinación política, propia de una relación histórica de sometimiento a los intereses anglosajones en la región. Un estado situacional relativo en los países de la región sudamericana, dada la emergencia y celeridad del escalamiento de la guerra híbrida de Ucrania, que en este momento, al igual que en la etapa de mayor introducción de fuerzas mercenarias organizadas por la OTAN en Siria, llegó a desarrollar ataques quimicos mientras brindaba cobertura en los medios a los terroristas como “opositores moderados” para Occidente. Entonces no es una declaración de principios políticos soberanos desconocer las causas humanitarias de la Operación militar especial de la Federación Rusa[ii].
Un tema como este, que agudiza la crisis económica mundial merece ser analizado desde una entrada al conocimiento político de largo alcance. De lo contrario los pueblos no tienen oportunidad de ser parte de la multipolaridad del sistema mundo. La subordinación antes mencionada se debe en gran medida a la balcanización de la región sudamericana en razón de los intereses locales de las burguesías que inauguraron un inédito patriotismo de libre mercado auspiciado por los ingleses. De hecho, la campaña militar de San Martín resume la ocupación militar del Reyno de Chile y del Virreinato del Perú bajo el plan Maitland [iii] por lo que el proceso de emancipación hispanoamericano carece de un apoyo popular e indígena en esta parte de la región, muy al contrario de lo que sucedió en México por ejemplo. De hecho en Chile la emancipación gozó de mayor apoyo popular a través de los partidos y cabildos hasta la Primera Junta de Gobierno.
Las consecuencias de este proceso no se dejaron esperar en la militarización de la naciente sociedad de clases, en donde la burguesía se hizo clase nacional y concentró el monopolio de la fuerza. Pero emergió un profundo quiebre civilizatorio de carácter endémico, en tanto la fundación del Reyno de Chile fue de origen hispanoamericano, lo que resume la sociedad pluriétnica de indios, africanos e hispano ibéricos. El mestizaje no es una mezcla, es una denominación de origen y de hecho lo fue para una sociedad estamental con una inmensa movilidad social. Además, es menester mencionar que no fue ni la evangelización, ni la ilustración lo que terminaron con la antropofagia o canibalismo, fue el mestizaje. Por eso es una civilización basada en pueblos de sangre y de carácter monoteísta, lo que permitió, como toda sociedad monoteísta, la universalización de la religión y el derecho. Con esto se otorgó una condición humana a todos los indios y africanos, que en la experiencia del paganismo protestante de los ingleses no existió. Basta señalar que los siglo XVI o XVII es imposible pensarlos sin esclavitud a lo largo y ancho de un mundo que había comenzado a dejar de ser plano.
¿Hasta dónde resulta trascendente la civilización monoteísta?, pues al punto de que sin la universalidad del islamismo, cristianismo y judaísmo no hay universalización. Considerando que este proceso civilizatorio es una luz de Oriente que construye como consecuencia a Occidente. Un Occidente que en la lógica del paganismo construyó la religiosidad bajo un enfoque puramente territorial, como la Roma politeísta, por ejemplo, que consideró como bárbaros a sus vecinos. Sin conocimiento para la conversión, pues ese saber del todo, la ciencia y la política en una relación holística no existió en el politeísmo. De hecho, la denominada “libertad de culto” de las sociedades liberales es una regresión al sectarismo del politeísmo, lejos de ser tolerante es un aplanamiento de integrismos colonialistas protestantes como el sionismo, el salafismo y wajabismo [iv], etc. Esta última variable en el caso chileno terminó por depreciar el conocimiento político, cediendo a la informalidad del mercado y los medios de comunicación. Al punto que una sociedad como la chilena, pasó de una sociedad pluriétnica a un Estado uninacional. Los márgenes cognitivos entre una experiencia y otra son bastante extensos para ser omitidos por la autopoises nacionalista.
Pues tal cual describe esta última narrativa, en razón del prolongado conflicto interburgués como consecuencia de las décadas neoliberales del siglo XX hasta el presente, teniendo como contexto una crisis mundial de estallidos sociales donde se contraía la economía de Occidente. Y donde la prolongada despolitización interna se permitió la elección de un presidente inmigrante croata de tercera generación, salir electo compitiendo con los sectores más sobreideologizados para que estos permanecieran como servidumbre y clase política de la oligarquía económica actual. Las narrativas nacionalista de la cual hacen parte casi la totalidad de los inmigrantes, no son cuestionables desde su experiencia cognitiva: para ellos Chile es una experiencia dada en tanto les otorga reconocimiento y una movilidad social basada en las contradicciones de la sociedad de clases. Por lo tanto, la presente crisis civilizatoria escrita en los enunciados de aparentes virajes hacia la extrema-derecha en la región[v], son el agotamiento de la democracia representativa. El plebiscito constituyente en septiembre último en Chile, terminó por aclarar que la organización de este proceso tuvo a los pueblos de espectadores, frente a un escenario sobreideologizado en torno al idealismo de las narrativas liberales, manifestado en el “progresismo del nacionalismo étnico”, “revolución por etapas”, etc. de un siglo XX fenecido y solo presente en los márgenes del conocimiento de la clase política, que tan poco pudo decir y hacer por la civilización en la evidente sobrerepresentación de las migraciones del siglo XX. Además de desindustrializar y postergar el desarrollo por casi 50 años junto a la neocolonización de las libertades individuales.
Las consecuencia no se hacen esperar y la ausencia de una planificación económica ha generado una explosión demográfica impensada, donde el vacío de la civilización en lo ético y moral es reemplazado por la racionalidad de los costos y beneficios de la economía neoliberal en las decisiones publicas y a escala humana. La familia ya no es el centro de ningún proyecto de Estado dentro de la paulatina pérdida patrimonial de la civilización. Pues Chile ha sido muchos países y siempre ser país fue la representación de un modelo económico, lo que hace difícil que alguien no esté en acuerdo con asumir que este es el país menos seguro de toda su historia. De hecho es el país con proyección a la inseguridad más alta de la región por la ausencia de crecimiento económico. La seguridad no es un asunto de delincuencia, es un tema multidimensional de salud, vivienda, transporte, energía y alimentación. ¿Cuánto produce Chile en seguridad considerando alguna de estas dimensiones? Muy por debajo de sus necesidades. Pues la delincuencia es consecuencia de la ausencia de políticas de seguridad. De hecho, la seguridad no es un asunto policial. De aquí que en la era del agotamiento de los combustibles fósiles la clase política no puede ser aliada de los chilenos. Es más, debe ampliar su horizonte cognitivo para tener el conocimiento político para volver a ser imperio. Devolver esa prosperidad que tuvo Chile no siendo aliado de la riqueza ajena, sino reconociendo su patrimonio civilizatorio en el carácter hispanoamericano. Finalmente esta es la llave para la multipolaridad de un mundo que construye puentes para la riqueza, no muros para la negación de la realidad. Es cierto que el mundo cambió, pero todavía la ideología es perniciosa en el análisis, pues no se puede detener el hecho de que va a seguir cambiando, sin poder evitar que la fisonomía de una burguesía galopante en la región sudamericana por 200 años pueda ceder a las bases materiales de la producción, el desarrollo y el conocimiento.
[i] Occidente: significados y significantes
https://www.clarin.com/opinion/occidente-significados-significantes_0_gbpMiwqsno.html
[ii] Boric condena invasión de Ucrania: “Rusia ha optado por la guerra”
https://www.cnnchile.com/pais/boric-condena-invasion-ucrania-guerra_20220224/
[iii] Este artículo «San Martín y El Plan Maitland» se ha publicado originalmente en: https://revista.elarcondeclio.com.ar/san-martin-y-el-plan-maitland/
[iv] Salafismo y Wajabismo: Una confluencia por el petróleo
https://www.geopolitika.ru/es/article/salafismo-y-wajabismo-una-confluencia-por-el-petroleo
[v] Ascenso de la ultraderecha en Latinoamérica: Argentina Brasil y Chile en perspectiva comparada.
http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1909-44502021000200165
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