CHILE ARDE, PERO NO ARDE POR CASUALIDAD.

Estamos enfrentados a la destrucción de la vida y la naturaleza en el planeta, día tras día y ya es hora que nos hagamos cargo de reconocer los límites y la incapacidad del capitalismo en materia de protección y defensa del medio ambiente y los ecosistemas del mundo.

Muchos estarán de acuerdo con los diagnósticos y análisis en este asunto, sin embargo, si estos no están ligados a la necesidad de una nueva materialidad de desarrollo y la necesidad de un modo de producción no mercantil, seguiremos padeciendo los males de un medio ambiente deteriorado, que nos llevará a otra de las extinciones más devastadoras de la historia, pero esta vez provocada por causas humanas.

Chile nuevamente hace noticia por incendios que consumen hectáreas y hectáreas de bosques, pero no cualquier tipo de bosque, sino más bien uno que es el resultado de los denominados monocultivos, los que por extrañas cosas del sistema económico, son plantaciones de eucaliptus y pinos, los que van resecando gran parte de los suelos del centro sur del país, convirtiéndolos en un combustible, que alimenta los megaincendios en grandes extensiones de territorio.

Se hace imperativo que el estado, las empresas forestales, inmobiliarias y habitantes (lugareños) de las zonas altamente inflamables, adquieran una conciencia que les permita abandonar diagnósticos insuficientes, los que en cierta medida son distractores a la idea de lograr soluciones reales e integrales para la vida y las especies que cohabitan el planeta.

Durante años se ha advertido a través de estudios responsables de la alta inflamabilidad de monocultivos de eucalipto y pino cercanos a zonas urbanas. Investigadores de la Universidad Austral, explican que estas especies suelen depender del fuego para la apertura de sus frutos y diseminación de sus semillas, lo que nos permite inferir que este tipo de árboles con ciertas características son denominadas «pirófitas«, demostrando con esto, la probabilidad de que con altas temperaturas, además, de la intencionalidad de inescrupulosos del modelo neoliberal, ocurran incendios como los que afectan el centro sur de chile.

Mientras se siga viendo el centro sur chileno y sus bosques como mercancías, los territorios que en su tiempo fueron solo bosque nativo, irán a este ritmo desapareciendo, dando paso al extractivismo y al monocultivo de pino y eucalipto y por lo tanto a un aumento de posibilidades de Megaincendios, con toda la destrucción que esta trae para la vida y las especies nativa.

La memoria colectiva mapuche recuerda como abundantes y sagrados los húmedos bosques del sur de nuestro continente, los que son considerados como maleza por la industria forestal, que ven en estas especies nativas un obstáculo para el desarrollo de los monocultivos de eucalipto y pino y como tales deben ser eliminados según afirman forestales.

Además, y considerando que a corto plazo el sistema de plantaciones pirófitas no va a cambiar, es urgente un plan de restauración de vegetación nativa en la interfase urbano-forestal. Esto implica la creación y mantención de un perímetro libre de eucaliptos y pino en torno a las áreas urbanas, construcción de cortafuegos y la restauración del paisaje forestal con diversas especies nativas, algunas de ellas resistentes al fuego.

Es hora de decir adiós a las plantaciones de monocultivo en territorios del sur de chile, creando espacios de protección y reforestación nativa; plantar pequeñas semillas de boldo, peumo, coigüe u otra linda planta, las que germinarán y nos protegerán del fuego.

Columna David Santiago Farías Delva. Enero 2023

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